José Lillo Galiani abre las puertas de su taller para enseñar su último trabajo: un cocodrilo del Nilo en acero laminado de 5 metros de largo y 1,60 de alto. Este reptil, con un peso de entre 800 y 900 kilos, ha sido un encargo que Viso del Marqués hizo al escultor. Un proyecto que lleva gestándose más de un año y medio y que verá la luz del Sol en unas semanas como afirma el artista.
“Tengo el cocodrilo terminado. Cuando se termine la peana, vendrán a por él y se supone que en 15 o 20 días estará puesto”, comenta José Lillo a Televaldepeñas. El cocodrilo se colocará en la peana de una rotonda en la entrada de Viso del Marqués por Almuradiel, donde la naturaleza seguirá modificando el aspecto del reptil.
“El color inicial de la obra es el del acero, pero cuando se ponga a la intemperie cogerá ese color de óxido por toda su superficie”, explica Lillo. “Por eso se han dejado todos los cordones porque el trabajo beneficiaba ese tipo de rugosidades que tiene un cocodrilo”.
José Lillo ha trabajado con madera, hierro, piedra, acero… todo tipo de materiales y para esta escultura de grandes dimensiones ha contado con la ayuda del que considera “un experto en metales”, su hijo Daniel Lillo.
Además de ayuda manual, Lillo ha acudido a fuentes documentales. Como amante de la mitología y como artista siempre se molesta en conocer al personaje que representa, en este caso la leyenda del lagarto de Viso de Marqués no ha sido la única fuente de inspiración para el artista. “Me inspiré en cientos de cocodrilos, me hice un fichero de cocodrilos en todas las posiciones”, apunta el escultor.
Con la boca abierta, en posición amenazante, con la cola tocando el suelo y reptando: así es como Lillo ha querido representar al “lagarto” de Viso del Marqués. Una escultura figurativa merecedora de estar en una peana baja para que los curiosos que se acerquen a verla puedan apreciar todos los detalles del animal. El hándicap de esta obra era representar de la forma más realista al cocodrilo, tal y como comenta el artista. Un objetivo que Galiani ha conseguido sin recurrir a moldes ni arcillas.
A pesar de haber tenido una época de esculpir distintos animales como ciervos y aves, el escultor confiesa que este encargo ha sido inusual. “Inusual no solo en la forma de hacerlo, sino en la forma de atacar a ver cómo represento al lagarto porque tenía que ser algo figurativo y no abstracto”, afirma.
Parte de su dedicación a la figuración de animales ha llevado a Galiani a que alguna vez lo encasillaran como escultor animalista, “pero eso fue una etapa”, recalca el artista. Porque tras haber presentado su última exposición hace unos meses, José Lillo Galiani continúa creando sin encasillarse. “Yo seguiré haciendo obra menor. Actuar seguiré actuando. Los artistas nunca se jubilan”, finaliza.