La consejera de Educación, Cultura y Deportes, Rosa Ana Rodríguez, ha anunciado que el Gobierno de Castilla-La Mancha comenzará la incoación del expediente para declarar, probablemente antes de finalizar el mes de noviembre, el cerro de las Cabezas de Valdepeñas como séptimo Parque Arqueológico de la región.
La consejera de Educación, Cultura y Deportes lo ha anunciado en una visita que ha realizado al recientemente declarado Parque Arqueológico de Libisosa (Lezuza). En la misma, ha estado acompañada del delegado de la Junta en la provincia de Albacete, Pedro Antonio Ruiz; del alcalde de Lezuza, Alfonso Avedaño; y de la viceconsejera de Cultura, Ana Muñoz, entre otras.
Durante su intervención, Rosa Ana Rodríguez ha destacado que con la incoación del expediente se reconocerá la protección patrimonial de toda el área que incluye la delimitación geográfica del parque.
El cerro de las Cabezas de Valdepeñas, que presenta una secuencia cronológica que abarca desde el siglo VII a. de C. hasta el siglo III a. de C., es un punto de referencia en la cultura ibérica por la monumentalidad de sus sistemas defensivos, la excelente conservación de sus restos y por ser una de las pocas ciudades ibéricas conservadas en su integridad dentro del panorama peninsular. Fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona arqueológica el 21 de abril de 1998.
El espacio se sitúa en un cerro de 805 metros sobre terrenos primarios y se extiende a lo largo de su ladera hasta el río Jabalón. Tiene una extensión de 1.600 metros lineales, estructurados por tres anillos amurallados, que dividen el poblado en tres partes: acrópolis, recinto intermedio y recinto exterior. La extensión total del poblado es de 140.000 metros cuadrados.
El cerro de las Cabezas es un referente dentro de la arqueología del mundo ibérico peninsular, y es, en la actualidad, el espacio que está aportando todos los datos sobre urbanismo y sistemas defensivos de los siglos V-III a. de C.
Como restos más destacados, el visitante puede encontrar dos santuarios: uno de entrada, de clara influencia del mundo fenicio y púnico, y otro de clara connotación indoeuropea; varios almacenes comunitarios, hornos de pan y alfareros; y un sistema defensivo con una extensión de 1.600 metros lineales, torres y bastiones cada 35 metros.