Esta semana la Fundación Prolibertas llevará a cabo dos actividades de carácter social. La primera de ellas será una mesa redonda para hablar de la reinserción social de las personas privadas de libertad, que tendrá lugar este viernes a las 20:30 en 'La Confianza'.
Esta mesa redonda se pretende abordar desde distintos ángulos y poner de manifiesto una cuestión que normalmente se distorsiona en la opinión pública: ¿La prisión es para reinsertar?
En la reinserción social de las personas privadas de libertad actúan de forma determinante cuatro problemas que se convierten en ejes interrelacionados: privación de responsabilidad, estigma social, desestructuración familiar y reincidencia.
El último eje, evitar la reincidencia, es el objetivo máximo del sistema penitenciario, según lo descrito en el artículo 25.2 de nuestra constitución, pero está constantemente amenazado por los otros tres.
Independientemente de la pena impuesta, el ingreso en prisión implica una privación de responsabilidad, Hasta las rutinas más cotidianas se dotan de toda una liturgia "desresponsabilizadora". Se elude la autonomía, la capacidad decisoria y de autogestión en lo más nimio: leer un libro, poner un poster, enviar una carta, se convierten en actividades que requieren tanta parafernalia burocrática que refuerza en la persona privada de libertad la idea de que todo depende de factores ajenos, de externalidades y variables tan aleatorias y distantes de su voluntad que incrementan su falta de control sobre sí mismo y sobre el entorno.
Salir de prisión, haber estado en ella, produce en nuestra sociedad una desconfianza y un rechazo manifiesto. El estigma de la prisión obliga a la persona a un sobreesfuerzo por demostrar, por ejemplo en un empleo que no sólo puede desempeñar el puesto de trabajo, sino que además es digno de la confianza de la empresa.
Quien entra en prisión, hace una pausa en sus relaciones sociales y familiares, pero el resto sigue en libertad. En el mejor de los casos, que no haya una desestructuración previa, se mantienen los lazos, lo más frecuente es que al terminar la condena, la persona reclusa tenga que reconstruir (si fuese posible o deseable) esos lazos.
Estos aspectos incapacitan a la persona en su proceso de reinserción, puesto que el desestimiento de la carrera delictiva y de las conductas asociadas pasa inexorablemente por la adquisición de un renovado autoconcepto social, el aprendizaje de nuevos roles.
Segunda actividad
Después, el domingo, la Fundación Prolibertas llevará a cabo un Encuentro Nacional que permite un tiempo para reflexionar, compartir y celebrar de forma conjunta a una representación de los distintos grupos de voluntariado de la Fundación existentes en distintas localidades de España. Será a las 11:00 horas en 'La Confianza'.
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