28 de mayo de 2021, 13:03
El Centro Cultural ‘La Confianza’ acogió anoche la presentación del libro ‘Los jubilados los carga el diablo’ del valdepeñero Luis Chacón. Un libro para adolescentes y adultos que tira del humor y jerga manchega para tratar las diferencias generacionales, al tiempo que tiene un trasfondo social destinando parte de sus beneficios a la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama de Valdepeñas (ROSAE).
Durante la presentación del libro, editado por Círculo Rojo y con prólogo de José Antonio Sánchez Elola, la teniente de alcalde de Cultura, Vanessa Irla, ha agradecido a Chacón que destine beneficios a una entidad social, como ha hecho en otras ocasiones, “porque creo que es importante que se aúnen diferentes sinergias en este caso, desde el punto de vista cultural y social”. Irla animaba a la lectura de este libro, de 400 páginas, durante la época estival para colaborar al mismo tiempo con una entidad social valdepeñera.
Por su parte, el autor del libro señalaba que “está dirigido a adolescentes y adultos, se puede leer perfectamente, van a pasar un rato divertido y van a apreciar esa jerga y terminología manchega como ‘jacho’, ‘gorio’, ‘zamuzo’ o ‘mohíno’, que viene aclarado a pie de página para la gente que no sea del entorno”.
La historia arranca cuando a Alfonsito (Pochele) se le viene el mundo encima en plenas vacaciones estivales, Sus padres lo dejan un mes con su abuelo, pero no con el de ciudad (el urbanita), sino con el rural (el gañán), el que vive en una quintería, a las afueras de Cacerorilla. Se llama Tiburcio (alias ‘Atrancapoco’), y apenas lo visitan, no sea que se le “peguen” sus modales de paleto al niño.
Para el chaval esto supone un cambio radical de costumbres y horarios, y sobre todo de lenguaje, pues la jerga de “garrulo” de su pariente le resulta indescifrable.
Durante la presentación del libro, editado por Círculo Rojo y con prólogo de José Antonio Sánchez Elola, la teniente de alcalde de Cultura, Vanessa Irla, ha agradecido a Chacón que destine beneficios a una entidad social, como ha hecho en otras ocasiones, “porque creo que es importante que se aúnen diferentes sinergias en este caso, desde el punto de vista cultural y social”. Irla animaba a la lectura de este libro, de 400 páginas, durante la época estival para colaborar al mismo tiempo con una entidad social valdepeñera.
Por su parte, el autor del libro señalaba que “está dirigido a adolescentes y adultos, se puede leer perfectamente, van a pasar un rato divertido y van a apreciar esa jerga y terminología manchega como ‘jacho’, ‘gorio’, ‘zamuzo’ o ‘mohíno’, que viene aclarado a pie de página para la gente que no sea del entorno”.
La historia arranca cuando a Alfonsito (Pochele) se le viene el mundo encima en plenas vacaciones estivales, Sus padres lo dejan un mes con su abuelo, pero no con el de ciudad (el urbanita), sino con el rural (el gañán), el que vive en una quintería, a las afueras de Cacerorilla. Se llama Tiburcio (alias ‘Atrancapoco’), y apenas lo visitan, no sea que se le “peguen” sus modales de paleto al niño.
Para el chaval esto supone un cambio radical de costumbres y horarios, y sobre todo de lenguaje, pues la jerga de “garrulo” de su pariente le resulta indescifrable.
