“En los momentos de necesidad España ha mostrado humanidad y ha demostrado un gran sentido de solidaridad. Es el mejor ejemplo del alma europea”, son palabras de la presidenta de la Comisión Europea, UrsulaVon Der Leyen, ante la respuesta rápida del gobierno de España en la puesta en marcha del operativo de evacuación de las familias afganas atrapadas por los talibán. Una acción que demuestra un valor que deberíamos siempre tener en cuenta: la solidaridad.
Los mejores años de Europa fueron posibles por la solidaridad, en concreto por las tres solidaridades que conformaron el Estado de Bienestar: la solidaridad entre clases sociales en un pacto fiscal por el cual los que más tienen más aportan, la solidaridad entre los territorios más prósperos con los menos y la solidaridad entre generaciones para garantizar un sistema de pensiones justo a la vejez.
Este progreso fue posible gracias a estos tres lazos de solidaridad, unos lazos que se han ido adelgazando conforme ha avanzado el neoliberalismo y su peor versión: el populismo de extrema-derecha, un movimiento antisocial que encuentra su única razón de ser en la insolidaridad con los más débiles, aprovechando cualquier tragedia. El drama humanitario vivido en Afganistán es para ellos una oportunidad más.
Una semana después de la toma de Kabul, el debate político generado ha sido una oportunidad para que la extrema derecha saque a relucir toda su insolidaridad. Se les ve en redes sociales, desde sus apacibles retiros vacacionales, pidiendo la no acogida de los niños, mujeres y padres de familia que intentan huir de la barbarie talibán, personas que para ellos no merecen nuestra empatía. Su respuesta es siempre la misma: la insolidaridad.
A ellos les gustaría que no trabajásemos con todos los países y administraciones europeas en una respuesta coordinada para salvar de la barbarie a todas las familias y niños afganos, que pusiéramos un muro que impidiese el amparo de todos los colaboradores que fielmente trabajaron para España en la lucha antiterrorista, de las mujeres afganas que quieren ser libres.
Por eso me siento orgulloso de la posición de nuestro país al dar una acción rápida de acogida a todas estas familias desesperadas, en ese gesto se demuestra que es factible dar una respuesta solidaria, coordinada, en sintonía con esa Europa civilizada que no queremos perder y que los extremistas atacan.
En 1989 Francis Fukuyama declaró el fin de las ideas, 30 años después se ha demostrado que la batalla por las ideas, los conceptos y los valores no ha dejado de existir. La batalla de lo que seremos en la próxima generación se está dando ahora en las redes y en los medios de comunicación. En este mundo en cambio en el que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir, es importante dar la batalla por una Europa social que sea referencia tanto dentro como fuera de sus fronteras. Llenemos esa alma europea de solidaridad.