1 de noviembre de 2021, 11:22
La llegada, un año más, del Halloween ha traído de nuevo a nuestras calles y a nuestros centros educativos de todos los niveles la mamarrachada morbosa consistente en disfrazarse de la manera más extravagante y carente de gusto posible para celebrar no la memoria de los difuntos, sino la Muerte misma. Apelar, como se hace desde hace un tiempo, a los orígenes europeos (el Samaín supuestamente celta precristiano) de este aquelarre pseudocarnavalesco no atenúa el hecho lamentable de ver a la gente imitando lo peorcito de lo que nos viene de los Estados Unidos. Niños vestidos como los personajes más famosos de las películas hollywoodienses de terror, niñas con túnicas y velos teñidos de sangre falsa, portando todos cuchillos o motosierras de plástico y simulando asesinatos no es el espectáculo más constructivo que se puede organizar en los centros de enseñanza, a los que se insta para que eduquen al alumnado en el pacifismo y los buenos sentimientos. Pero no hay manera: cada año lo mismo. Un mes preparando la fiestecita y un día enterito perdido. Y Drácula, la Criatura de Frankenstein y hasta templarios y otros personajes dignísimos de la literatura y la historia que nada tienen que ver con el Halloween aparecen mezclados con otros que, sencillamente, darían pena si no diesen ya vergüenza. Y de paso, ya tenemos pretexto para otro botellón. Mientras tanto, los ayuntamientos no hacen nada para recuperar la costumbre (los más pseudoprogres tan ignorantes como afectados de autoimportancia la calificarán de carca) de representar el Don Juan Tenorio el Día de Todos los Santos, quizá por sonar demasiado a católico. Pero ¿ué importa si es una costumbre «católica» si vale como excusa para recuperar una obra de teatro magnífica que siempre, siempre se ve con gusto y aprovechamiento? Pero no, mejor ir por la calle y los patios de los colegios y los institutos pegando gritos y dando sustos, eso sí, con el móvil en la mano para no perderse la foto. Y que no se le ocurra a los adultos que dirigen esos centros sugerir la posibilidad de sustituir la payasada por una obra de teatro. A ver si van a aprender algo los alumnos y le dan un disgusto a la ministra…