domingo. 08.09.2024
-Tractores antiguos en la plaza
-Tractores antiguos en la plaza

Eran poco más de una y media del mediodía cuando irrumpieron en la Plaza Mayor. Motocicletas de diverso pelaje, cilindrada y edad, pero con un denominador común: más de 35 años de vida y una historia que contar como emblema de su tiempo. Así fue como llegaron los 75 ejemplares –más que nunca- que participaron en la XXIV Concentración de Motos Clásicas ‘Ciudad de La Solana’. La asociación que organiza el evento logró reunir marcas tan míticas como Ossa, Bultaco, Guzzi, Vespa o Derbi, por citar solo algunas. Según confirmó el secretario de la asociación, Juan José Díaz de los Bernardos, vinieron desde todos los lugares más diversos de la geografía provincial, regional, incluso nacional, ya que había gente de Murcia, Alicante o Madrid.

La satisfacción entre los organizadores era total. Por un lado, la participación había sido record. Por otro, no se había producido ninguna incidencia de relieve, cosa de por sí importante cuando hablamos de motos con tantos años a cuestas y en un día de calor abrasador. Juan Antonio Palacios, presidente de la Asociación de Motos Clásicas de La Solana, reconocía su alegría por la aceptación de la ruta de este año y destacaba la gran variedad de motos que habían participado. Todas tienen el sello oficial de ‘clásicas’, lo que significa tener más de 35 años de edad, llevar piezas originales y haber marcado una época. “La más antigua que viene hoy es de 1954, en concreto dos Guzzis”, decía el tesorero de la asociación, Pedro Simón.

En la actualidad, son 29 socios los que componen la Asociación de Motos Clásicas de La Solana, la gran mayoría con motocicletas de su propiedad.

TRACTORES

Y un total de 25 tractores antiguos recorrieron este domingo las calles de La Solana para recuperar su memoria y recordar que ellos fueron los precursores de la mecanización del campo. La concentración anual que se celebra en los prolegómenos de la Feria y Fiestas de Santiago y Santa Ana fue toda una demostración de historia viva, con tractores que no hace tanto roturaban la tierra de los alrededores. Un puñado de agricultores, muchos ya jubilados, mantienen viva la llama de un pasado que marcó un antes y un después en el trabajo agrícola, y alguno de ellos, mucho más joven, se atreve a pronunciar una frase lapidaria para definir quiénes iban antes y quiénes van ahora a bordo de estas máquinas del campo manchego: “Antes había tractoristas, ahora somos simples conductores”, dice a la prensa Miguel Jaime, que a sus 19 años ya es agricultor profesional.

Luis Miguel Serrano, agricultor retirado y portavoz del grupo de tractoristas, asiente con la cabeza ante la afirmación del joven Miguel. Y es que un tractor de hoy tiene poco que ver con uno de antaño, más allá de que su objetivo es el mismo: labrar la tierra. Luis Miguel reconoce que el tractor llegó para hacer más cómoda la labor agrícola. Y también más productiva. “Algunos de estos vehículos todavía están trabajando”, recordaba, aunque la mayor parte ya no salen al campo y sobreviven gracias al empeño casi romántico de sus dueños.

Por ejemplo, se pudo ver un Lanz de 1958, que en esta concentración era el decano. Pero también había varios Deutz de los años sesenta, y tampoco faltaban otras marcas emblemáticas como Ebro, Massey Ferguson o John Deere. Incluso algún Barreiros. En todo caso, reliquias de un ayer que los más veteranos no ven tan lejano. La receta para mantener en forma a estos tractores es simple: cuidarlos. “Tienen una mecánica sencilla, no llevan electrónica y basta con un mantenimiento básico, cambiar el aceite cada dos años y sustituir alguna pieza de vez en cuando”. 

Miguel Jaime es de los pocos jóvenes que siente atracción por estos tractores de antaño. Tiene un Deutz F-3 de mediados de los años sesenta. Llegó desde Aranjuez y, como tantos otros, tenía que ir a pasar la revisión a su lugar de origen. Una locura a ojos de hoy. “Lo restauramos porque a mi padre le gusta bastante y es una afición que comparto”. “Da gusto ver antiguo así de bien”, señala Miguel. “Hoy te subes en un tractor que lleva su GPS y son todo botones; en los de antes el único botón era el del pito”, añade en tono jocoso.

Otro joven que atendió a la prensa fue Diego Mateos-Aparicio. Aunque no es agricultor, sí ayuda a su abuelo a mantener un Fiat 640 que compró nuevo en los setenta. “Lo restauramos hace cuatro o cinco años, lo pintamos y aquí está”. Al igual que su coetáneo Miguel, sabe apreciar el valor de aquellos tractores que un día surcaron caminos y carreteras. Y labraron el terruño. Ahora, esas piezas de museo son el nexo de unión entre el ayer y el hoy de la –ahora menos dura- faena agrícola. Merece la pena cuidarlos, y por supuesto, merece la pena contemplarlos.

Las motos clásicas y tractores antiguos brillan en las calles de La Solana