En política lo básico es la mirada a largo plazo. Lo que está diseñando Yolanda Díaz es un proyecto de futuro para la izquierda. Posicionamiento muy poco frecuente en la política actual. Por desgracia, la tendencia casi exclusiva de muchos políticos, es la de dibujar estrategias cortoplacistas en función de la última encuesta. El bipartidismo, con sus virtudes y defectos, pasó a la historia. El panorama de hoy, y por consiguiente el del futuro, es otro muy distinto. Ahora toca consolidar coaliciones firmes. ¿Es por ahí por donde va Yolanda Díaz? Tengo mis dudas.
Mi deseo es que acierte. La izquierda es muy plural, y no es malo. Todo lo contrario: la enriquece. Digo que tengo mis dudas, porque los partidos más a la izquierda han trabajado en la línea de dar el sorpasso al PSOE. Es la mejor ruta para darle toda la ventaja a la derecha. Claro que el PSOE también ha cometido el error de deslizarse hacia el liberalismo bajo el falso señuelo de que las elecciones se ganan en el centro. El ejemplo más claro lo encontramos en Tony Blair, que del laboralismo pasó a hacerse la foto en las Azores con Aznar y Bush.
Las elecciones se ganan siendo fieles a los deseos y principios de sus representados. Los partidos políticos no son otra cosa que organizaciones surgidas para dar respuesta a la ideología y a las necesidades del sector de la sociedad a quienes representan. Y los ciudadanos progresistas, que creen en la socialdemocracia, quieren partidos de izquierda; quieren que todas las izquierdas se pongan de acuerdo. No es el partido el que tiene que sobrevivir, -y menos sus líderes-, es la ideología. La derecha que defienda su liberalismo conservador y democristiano, -que no es eso lo que hace-. Y la izquierda a su socialdemocracia.
Por ello, el intento de Yolanda Diaz, me parecerá loable, si su objetivo es conseguir la unidad de las izquierdas. Lo he dicho en repetidas ocasiones: es legítimo y aconsejable que defienda cada uno sus identidades, pero sin perder de vista lo que les une. Alguien tiene que tomar la iniciativa de sentarse en una mesa y hablar. Muy sencillo: Todos ponen sus puntos y a puntear los comunes. Ya está. Ese debe ser el programa prioritario, sin perjuicio de que cada uno siga trabajando en defensa de sus demás puntos. Y para esto hace falta un líder que tome la iniciativa. Veremos.