Ser conservador es una opción. Una opción política y social que se merece todo el respeto. Es una actitud ante la vida tan digna como cualquier otra. Hay personas que se sienten más progresistas, y otras más conservadoras. Quizá participando de ambas la sociedad marcharía mejor. Pero eso no es lo normal. Yo mismo me siento más progresista que conservador; pero respeto al conservador, e incluso reconozco que en ciertos momentos siento la necesidad de conservar algo que siempre me ha marcado. Y al revés. ¿Por qué no?
Como todas las posiciones, -bien personales, bien colectivas- se pueden defender con todo el ardor que se quiera; pero siempre teniendo presente dos cuestiones: Que tus argumentos sean honestos, que no sean engañosos, que no quieras posicionarte así para esconder vergüenzas, u otras cuestiones. Y que respetes siempre la posición del otro. Con estos dos principios presentes, pueden establecerse debates apasionados, apasionantes, constructivos, y con muchas posibilidades de legar a puntos de encuentro.
Este discurso es, desgraciadamente, tan poco corriente que hasta pudiera parecer como ingenuo, utópico e ilusorio. Lo normal, -por desgracia, insisto-, es utilizar la etiqueta de conservador para descreditar al adversario, y lo que es peor, para taponar cualquier posibilidad de avance o progreso. ¿Que debemos conservar y defender nuestra Constitución? Claro que sí; porque ha dado muy buenos resultados. Pero no puede ser el obstáculo, el pretexto para impedir que se reforme, que se adapte, que se avance.
Los que en su día pusieron muchas reticencias al proceso constitucional, porque veían en ello el peligro de perder, sus valores, y, por qué no, sus privilegios…, esos mismos son los que hoy, la defienden, y al tiempo, se oponen a las reformas que nuestra situación requiere urgentemente. ¿Eso es ser conservador? Y algunos la defienden en aquellos artículos que les interesan, pero olvidan otros. Se acuerdan de “conservar” los valores que les interesan. Eso no es conservadurismo. Eso es obstaculizar; eso es impedir que la sociedad avance hacia la mejora social; eso es intolerancia; eso es prostituir el sano y digno “conservadurismo”.