Echar mentiras es uno de los pecados más antiguos y más extendidos. Echarlas con intención de dañar, ya es peor. Utilizarlas como arma política para desprestigiar al adversario político, aún peor. Pero imperdonable y denigrante si se institucionalizan desde el poder, con dinero y medios públicos, de forma sistémica como herramienta habitual para la acción política. Dice Feijóo que no le preocupan grabaciones que se hicieron hace ocho años. ¿Diría igual si estas “Fake News” la hubiese montado Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno para perjudicar Cospedal?
No, Sr, Feijóo. Es un tema de rabiosa actualidad. El daño ocasionado al Partido de Unidas Podemos y a su líder Pablo Iglesias, está ahí; presente; encima de la mesa. Y pidiendo a gritos que se esclarezca, que se rehabiliten los daños ocasionados, que se pida perdón, que se asuman responsabilidades políticas y judiciales. No es la primera ni será la última que conoceremos. Ha sido una práctica vergonzosamente habitual.
Feijóo había venido a sustituir a Pablo Casado, había venido para iniciar otra forma de hacer política. Pero no. Las cintas de Villarejo y Cospedal muestran, además de una estrategia intolerable, una forma idéntica de reaccionar ante estos hechos. Nada ha cambiado en el Partido Popular. Todo sigue igual: Se fabrica una mentira en colaboración con los instrumentos del Estado, en busca de posibles imputaciones, y se le proporciona carnaza a periodistas y tertulianos que se mueven en medio del lodazal como pez en el agua. Daño continuado a todos, hasta a la democracia.
De ahí surge la necesidad de que un Partido que se autodenomina “partido de Estado”, devuelva la honorabilidad a quien se ha deshonrado injustamente. Insinuar que sale ahora porque el partido está en ascenso en las encuestas, es ofender a quien está cumpliendo con su deber de información. Señores del Partido Popular, si es verdad que quieren mostrarse como un partido moderado, centrista, al estilo de los partidos conservadores europeos, tiene que restituir los daños, echar del partido a quienes participaron de tal ignominia, y poner pies en pared, para que no vuelva a repetirse. De lo contrario, pararán otros ocho años, y otros ocho, y pasará a la historia como una losa en la espalda del Partido Popular.