Soy consciente de que alguien puede pensar, que esta columna que comienzo a escribir sea un alegato a la Monarquía. No. No es eso lo que me propongo. Mi propósito, en este momento, es manifestar “mi opinión” de que no estamos en situación de plantear un debate sobre Monarquía o República. “Mi opinión” es que tenemos otros asuntos, más urgentes y preocupantes, en el escenario político. Es más: pienso que plantearlo, en un momento en que todo se polariza, podría ser perjudicial, y ser un pretexto más para aumentar la crispación.
A lo largo de toda la historia de España, -hasta la Transición, del siglo pasado-, hablar de monarquía era sinónimo de abuso de poder, de autoritarismo, de sumisión del pueblo a las clases más poderosas, y más, y más. Al hablar de república muy poco podemos decir, porque solo hubo dos intentos, que, con sus aciertos y errores, supusieron el reconocimiento del pueblo soberano, de un pueblo que tenía derechos, de un pueblo que quería avanzar en derechos sociales. Y que alguien puso toda su fuerza en evitarlo. Pero, afortunadamente, eso ha cambiado. Ha cambiado para bien.
Hoy, hablar de monarquía, en el ámbito de Europa, es otra cosa. Hoy, son monarquías parlamentarias. No son las dueñas del pueblo, son las que representan al pueblo, y a él deben someterse. Con aciertos, y errores, -no deseables-, pero esa es la realidad. ¿Que es una incongruencia ocupar la más alta representación del Estado por el hecho de nacer en esa familia? Pues sí. Es una incongruencia. Sería deseable un sistema más representativo. Pero ojo: Hoy la República no garantiza mejor democracia que la Monarquía. Por tanto, los parámetros en los que debemos situar el debate son otros muy distintos, a los que nos ha marcado la historia.
La monarquía se ha reciclado. Lo que no se ha reciclado son los sectores que siguen creyéndose los amos del cortijo; los sectores obsesionados con dominar el poder, para repartir la riqueza y los derechos, entre una minoría privilegiada; los sectores que no quieren un Estado fuerte, que todo lo reparta con más igualdad; los sectores que impiden a toda costa que el mundo avance en bienestar social. Ese es el problema que nos acecha, esa es la asignatura pendiente, ese es el debate. Una pregunta a debate: ¿A qué viene Milei a España?