No sé si miedo o pánico; no sé si miedo o egoísmos; no sé si miedo o falta de visión. Quizá de todo un poco. Pero sea lo que sea, lo cierto es que la historia de España está plagada de momentos en los que un sector sociológico se ha opuesto siempre, y se sigue oponiendo a que la sociedad avance. Por miedo a lo desconocido, por arraigo a lo conocido, o por mantener unos privilegios que ven peligrar. Por eso el progreso siempre tiene que luchar contra obstáculos no deseados, pero al final vence. Siempre el progresismo vence. La sociedad, con muchas dificultades, termina imponiendo los avances inevitables que han llegado, que llegarán.
Sí. La sociedad avanza. Nadie se opone ya al sufragio universal; el voto de las mujeres se mira con toda naturalidad hasta desde los más retrógrados; el voto del gañán vale igual que el de su amo; se han universalizado la Sanidad y la Educación, con sus deficiencias pero se ha universalizado; los jóvenes gozan de posibilidades de formación, ni soñadas en otras etapas de nuestra historia. Sí. Con muchos palos en las ruedas pero la sociedad avanza por el camino del progreso.
Y desde esa perspectiva se puede explicar la reacción de la derecha y ultraderecha a un gobierno progresista. Y también se puede explicar el cambio del Gobierno de Pedro Sánchez, respecto a la amnistía. Nunca le ha gustado, y sigue sin gustarle. Pero estaba en juego una paralización de la gobernanza hasta febrero; y lo que es peor: poner en peligro los avances iniciados en la legislatura anterior y de los que aún queda mucho recorrido. Eso era lo que estaba en juego.
Estaba en juego continuar en la mejora salarial de los trabajadores, en el sistema de becas para los jóvenes, en una ley que evite vender vivienda pública a fondos buitre, en continuar en la lucha por el cambio climático. Eso es lo que España se juega en esta coyuntura. Si Puigdemont continúa huido, o si va a la cárcel o no, es importante, pero no es la clave para el progreso de la sociedad española. Hay valores muy por encima de esas diatribas. Y son la convivencia entre catalanes, entre catalanes y el resto de España, y sobre todo los avances en bienestar social. Eso es lo que define a una sociedad en plena vía de progreso. No nos dejemos llevar por los que tienen miedo al progreso.
Julio García-Casarrubios Sainz