Es pronto para establecer las diferencias entre un gobierno conservador presidido por Angela Merkel durante 16 años y otro que empieza su andadura. Solo se puede confirmar un dato, que no es impresión u opinión: De nueve ministros y seis ministras, se ha pasado a ocho ministros y ocho ministras. ¿Es importante? No. Pero sí significativo. Es una señal de progresismo. Cuando en España, Zapatero introdujo aquello de “la paridad”, hubo quien se lo tomó a burla. Hoy es una realidad: hasta la derecha lo acepta y lo practica como algo normal. Otro dato: por primera vez, en Alemania, Defensa e Interior lo desempeñan dos mujeres.
Cuando un gobierno progresista introduce leyes que suponen un claro avance social, alguien percibe la sensación de ser utopías. Pues sí. Pueden percibirse como utopías. Pero cuando las vemos hechas realidades, dejan de ser utópicas. Por eso se dice que el mundo no avanzaría sin utopías. Prohibir fumar en bares y restaurantes era algo utópico; y sobre todo dañino para los negocios. Los agoreros vaticinaban el final de la hostelería. Hoy es una práctica absolutamente normal. Utópico para algunos era la igualdad de derechos. Hoy no se concibe de otra manera.
Por tanto aceptemos que sin propuestas progresistas el mundo estaría estancado. Y otra cuestión tan fundamental como la anterior, es que haya diálogo y consenso. Sin voluntad de avanzar y de pactar la política no funciona. Por ello suena bien el inicio del nuevo gobierno de coalición en Alemania. Desde el principio se ha destacado por consensuar un programa común entre socialistas, verdes y liberales. Y todavía más importante sustituir la austeridad que ha originado las desigualdades entre Norte y Sur, entre Este y Oeste, por recuperar la “Europa de los Pueblos”, que se inició después de la Segunda Guerra Mundial, y que trajo la etapa de mayores avances sociales y de crecimiento de Europa; con fórmulas de cohesión y solidaridad.
Angela Merkel pasará a la historia como una gran estadista que tuvo siempre el acierto y la dignidad de poner tierra por medio con la ultraderecha. Nunca se hubiese puesto en la foto de Colón, ni hubiese gobernado con esa ultraderecha. Pero, en mi opinión, cometió el error de basar su política en los recortes y la austeridad, que determina el neoliberalismo económico. El Gobierno de Olaf Scholz, ¿será capaz de liderar ese cambio? Lo veremos. Lo deseamos.