Por fin se decidió. Alberto Núñez Feijóo lleva años desojando la margarita. Ahora ha considerado que es el momento oportuno de dar el salto que tantas veces deseó y no se decidió. La sensación que se percibe desde fuera es que a este político gallego no le gusta enfrentarse a otros candidatos. No le gusta pasar por las urnas. Prefiere ser nombrado presidente del PP por aclamación, sin ningún otro candidato. Bueno. Es muy libre. Cada uno tiene sus preferencias, sus gustos. Pero si así fuera, tiene que admitir que algunos pensemos que no desea confrontar. Él sabrá.
Llega a esta candidatura con la aureola de hombre moderado y educado. Veremos. Eso es bueno. Líderes que saben exponer sus ideas sin frentismos y sin crispación. La política, si quiere recuperar el prestigio perdido, está necesitada de líderes que saben debatir, saben defender sus posiciones, sin insultos, sin mentiras; con buenas formas. Hay que ganar al adversario demostrando que las ideas son mejores, o al menos más convincentes. Hay que desterrar la polarización a la que hemos llegado, a base de calentar a los míos, para lograr echar a los otros. No es fácil.
No es fácil, porque si es eso lo que se busca honestamente, hay que hacerlo a base de mucha transparencia, de mucha explicación. Que el discurso tenga contenido. No vale el discurso vacío y falaz. No vale el discurso hulligan que conduce más al odio, que a la defensa de un programa. Que el Sr. Feijóo prefiere llegar al cargo por aclamación, sin otro candidato… me parece estupendo: Pero eso no le exime de dar respuesta a las preguntas que se hacen sus militantes y todos los españoles.
Por ejemplo. ¿Qué piensa de la Sanidad Pública? ¿Piensa seguir la misma estrategia que en Galicia? ¿Qué actitud va a tomar frente a VOX? O es que piensa seguir como su antecesor: Hoy me acerco, mañana me retiro. ¿Qué va a hacer con la presidenta de Madrid si sigue en sus trece de arrebatar el protagonismo al presidente nacional? ¿Qué medidas va a tomar para que la sombra de la corrupción desaparezca? Tenemos derecho a saber cómo piensa enfrentarse al problema separatista. ¿Va a seguir con la estrategia de “a por ellos”? Esas son las preguntas, y muchas más, las que tiene que responder. Un discurso moderado y educado, sí. Se lo agradeceremos. Pero que tenga contenido. ¿Tendremos contestación antes de la esperada aclamación en el Congreso Extraordinario de Abril?