Lo ocurrido la semana pasada en el Congreso de los Diputados, no sé si llamarle esperpento. Quizá sea demasiado suave. Es el ridículo en su máxima expresión. No hay pruebas; o yo no las tengo. Pero los indicios son demasiado elocuentes. Los indicios apuntan a que “alguna cabeza pensante” se le ha ocurrido la idea de volver al mecanismo conocido como “Tamayazo”. Comprar, presionar, convencer, para que dos diputados cambien su sentido del voto y así tumbar la Reforma Laboral que presentaba el Gobierno. Una fundada sospecha. Y no es nuevo.
Pero, he ahí, que un manazas, se ha equivocado de botón y ha derrumbado el tambaleante castillo de naipes. Mire Vd. por donde que, desde el mismo sector que se monta la operación, alguien hace que no salga adelante. Esperpento. Solución: Poner cara de alpargata y arremeter contra todo y contra todos. “Es un atentado” ¿Quién atenta? “Ha sido un error informático” Saben que no. “Es un ataque a la democracia” ¿Quiénes han atacado a la democracia? “La presidenta del Congreso ha prevaricado” Todos los presidentes han prevaricado; porque nunca se ha permitido cambiar el voto una vez emitido.
Todo esto, aunque demasiado grave, no deja de ser anecdótico. Una vez más se monta un ruido estrepitoso, para impedir que se vea con claridad el fondo de la cuestión. Sí. ¿Dónde está el fondo de lo que se debate? ¿Los que han votado NO, y los que han intentado, con malas artes, que salga el NO, se les ha ocurrido pensar el lío en que se hubiese metido España, en el lío que estaríamos metidos ahora para recibir los fondos de recuperación? No. No lo han pensado. No han pensado en España; solo han pensado en que a Sánchez le vaya mal. Y ya está.
Menos amenazas con ir a los tribunales. Esto no es cuestión de los jueces. Es asunto que compete a la política. No se aparten del fondo. No escurran el bulto. El gobierno y los agentes sociales han cumplido con su trabajo: sentarse, trabajar, y llegar a acuerdos. Seguro que los trabajadores hubiesen querido más, y los empresarios igual. Pero así es la política del diálogo. Discutir y ceder. No se pongan nerviosos, recurriendo al mantra de que Sánchez gobierna con los comunistas, con los terroristas y con los que quieren romper España. Hablen de la reforma.