La Constitución dice lo que dice. Luego cada uno lo interpreta como quiere, y lo utiliza según sus estrategias. “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Esa es la literalidad; aunque estamos acostumbrados a ver cómo cada uno lo lee y lo interpreta a su medida. Incluso presumen de constitucionalistas solo en aquellos artículos que les caen bien; otros artículos ni se han parado a cumplirlos.
Pienso que la interpretación más ajustada a la realidad del momento en que se redactaba la Constitución, es la de defender la “unidad de España” con el reconocimiento de la diversidad, y admitiendo que la Pluralidad no es inconveniente para la defensa de la Unidad. Una realidad que el tiempo ha demostrado que no iba muy descaminada. La pluralidad no nos hace más frágiles, a la hora de defender la Unidad. Todo lo contrario: ¡Nos hace más fuertes!
Pongo en duda que este concepto, tan elemental y tan universal, no esté, no pueda estar, en el imaginario de algunos. No. Son intereses que algunos pretenden sustentar en el marco de la confusión. Quieren o tienen intención de confundir unidad con uniformidad. Si están convencidos, me atrevería a calificar la posición de medievalista; se mantienen en una concepción trasnochada de la unidad de la patria, que les lleva a enfrentarse, y a veces a odiar a otros ciudadanos por ser diferentes.
Estoy convencido de que algunos han visto en esa confrontación la captura de votos. Si malo es lo primero, mucho peor lo segundo. Si mal está dejarse llevar ideológicamente por una dinámica de confrontación entre regiones y nacionalidades, mucho peor es transitar por esa posición visceral para alimentar la fobia y, por ahí ganar votos. Es una actitud más propia de los tiempos del “Guerrero del Antifaz”. Respetar la identidad de los demás y tender puentes para una mejor convivencia es defender la “Unidad de España”. Ese debe ser el espíritu en el Estado de Autonomías, si es que de verdad creemos en él.