¿De qué hablamos; de la inmigración, o de la ruptura de VOX con el PP? Lo que ha ocurrido en España estos días debe haber dejado boquiabiertos a los países de nuestro entorno. Mientras todos hablan de ponerse de acuerdo para colocar un cordón sanitario en contra de la ultraderecha, aquí, en nuestra España, ha sido la ultraderecha la que ha roto con “el centro derecha”, o con lo que creíamos que podía quedarle algo de “centro derecha”. Una auténtica sorpresa, -o no tanto-. Alguien se ha atrevido a calificarlo de auténtica vergüenza. ¿Qué va a hacer ahora el PP?
La crisis entre PP y VOX, ha situado el tema de la inmigración en primer plano. Y no debería ser así. La inmigración debe estar en primer plano siempre, sí o sí. No hacen falta otras implicaciones para concederle la importancia que tiene. Que la asignación, la acogida, de unas decenas de menores no acompañados, provoque una crisis de estas dimensiones, pone de manifiesto el bajísimo nivel moral, intelectual y político en que algunos se mueven. O es que hay otras motivaciones no declaradas. En un caso o en otro, la realidad es que estamos errando el tratamiento de los inmigrantes.
El tema de la inmigración ha sido históricamente una realidad presente, de una enorme gravedad y de muy difícil tratamiento. Es un tema muy complejo que debe ser tratado de forma prioritaria como un tema de Estado. Se hace necesario verlo desde muchos puntos de vista, pero sin abandonar el eje fundamental: “Es un drama humano”. Abandonar esa perspectiva es inhumano y no ayudará nunca a encontrar el camino de una solución razonable y satisfactoria. Todos los partidos democráticos deberían estar dispuestos a diseñar un gran pacto que busque acercarse a una solución, y quien lo rechace estará dando muestras de estar fuera de la carta de los derechos humanos, que España tiene firmada.
Por tanto nos encontramos ante dos temas claves, y que algunos están mezclando torticeramente: la inmigración y el papel de la ultraderecha en España. En cuanto al primero, todo pasa por un gran pacto de los “partidos democráticos”, que sepan y quieran, situarlo bajo la consideración de “drama humano”. Y en cuanto a lo segundo no podemos tener en España una derecha que ande a medias tintas; es necesario y urgente que la derecha conservadora y democristiana se posicione con claridad.