sábado. 23.11.2024

Una década sin terror

Artículo escrito por Julia García-Casarrubios

El nubarrón que se forma debido a una estrategia política, cortoplacista, interesada, y malvada sumerge a algunos en una ceguera absoluta. Ha sido triste, muy triste, que el décimo aniversario del final de ETA lo hayamos celebrado poniendo en lugar destacado a Bildu y a Otegui. Sí, ciegos por derribar a este Gobierno, se han olvidado, que era un día feliz, un día de celebración, un día de exaltación de las víctimas.  Un día para unir todos nuestras manos. Celebrábamos, todos, que hace diez años la democracia había derrotado a la violencia, a la sinrazón.

Fue una larga lucha, en la que participaron todos, con muy buena voluntad. Quizá hubo algún error, puede ser, pero eso no cuenta. Cuentan los aciertos, cuenta el empeño de todos los presidentes de Gobierno, de la Justicia, de las Fuerzas Armadas, de la colaboración internacional, pero sobre todo del convencimiento de una sociedad que poco a poco fue aislando el pensamiento de los terroristas. Día que pasaba, día que contaban con menos apoyos. El punto final se produjo aquel 20 de octubre de 2011, pero la derrota ya se venía mascando tiempo atrás.

El borrón lo han puesto los cegatos, que obsesionados por echar a Pedro Sánchez de la Moncloa, se han olvidado de una de las más grandes victorias que ha logrado la sociedad española en los últimos tiempos. Ya empezaron algunos que, temiendo el broche final con un gobierno Socialista, acusaron a Zapatero de “traicionar a los muertos” y de “vender Navarra a los terroristas”. Esperpéntico. Nada de eso se cumplió. Como no se va a cumplir el “intercambio de presos por votos”, como si fueran cromos. Infantilismo puro, torpe, e indecente. Se rindieron sin ninguna contraprestación, ninguna. Pidieron, pero no obtuvieron.

Todos los presidentes iniciaron conversaciones. Sí. Hablar, dialogar, pactar, es lo que hacen los demócratas. Aznar incluso llego a ofrecerles que si dejaban las armas el Estado sería generoso. Hizo muy bien. Hizo lo que tiene que hacer un hombre de Estado. Por cierto, he echado de menos alguna declaración suya ante la insoportable posición de su pupilo Casado. Si hablaron con los que mataban, ¿Cómo no vamos a hablar con los que defienden sus ideas con la palabra? Hace falta ser torpe.

Una década sin terror