Iniciamos una primera colaboración con Valdepeñas Digital cuando el BOE publica el acuerdo de renovación de los ERTE, entre el Gobierno de España, los sindicatos CCOO y UGT, y las patronales CEOE y CEPYME.
El sexto acuerdo en menos de un año al que llegan los agentes sociales con el gobierno “socialcomunista”.
En este caso y, principalmente, aunque no han sido los únicos acuerdos, la prórroga de los ERTE hasta el próximo 31 de enero, que supone, si nos atenemos a las estadísticas, salvaguardar no ya cientos de miles de puestos de trabajo, sino millones, manteniendo la prestación en el 70% de la base de cotización a los 180 días y sin dar lugar a consumir la propia prestación por desempleo ordinaria acumulada, lo que se conoce como el “contador a cero”.
En paralelo, se mantienen las exoneraciones de cotizaciones de las empresas que vean sus actividades suspendidas o limitadas, siempre y cuando se comprometan al mantenimiento de los puestos de trabajo.
Con esta tendencia a utilizar el recurso al ERTE en lugar del despido, se rompe una inercia clásica en el modelo laboral español. En esta crisis por primera vez, y esta es la novedad de los acuerdos del Gobierno de Coalición y los agentes sociales, se está utilizando un mecanismo alternativo a la destrucción de empleo, de mayor flexibilidad interna, vía reducción o suspensión de las jornadas a través de los ERTE, facilitando la incorporación de trabajadores a los mismos, y con medidas de incentivo a las empresas vía exoneración temporal de cotizaciones sociales.
Y a nadie se le debe escapar que los incentivos para esta dinámica se basan en la utilización de una ingente cantidad de recursos públicos. Pero no olvidemos que una parte importante de esos recursos también se hubieran gastado si la respuesta a la crisis-COVID hubiera ocasionado millones de despidos de trabajadores (como ya ocurrió en la crisis del 2008) que hubieran accedido a sus prestaciones ordinarias por desempleo.
Tampoco tenemos que olvidar que el aluvión en la utilización de ERTE -sin precedente, con más de medio millón de expedientes y hasta casi tres millones y medio de personas afectadas en el momento álgido- se ha hecho sin un control de causa suficiente. Sabemos que hay ERTE de fuerza mayor que realmente no responden a esa causa y “han colado”, al igual que los problemas administrativos, saturación de la demanda, tramites, cobros etc.
Pero sin duda está siendo una experiencia exitosa de la que cabe extraer aprendizajes para uno de los retos de nuestro modelo laboral: cómo sustituimos la vieja inercia de la precariedad/despido como forma ordinaria de ajuste al ciclo económico por parte de las empresas, por otra fórmula de adaptación de la jornada evitando el despido, cuando las circunstancias no sean las más óptimas.
Uno de los problemas endémicos de nuestro modelo laboral es el uso exagerado e indebido de la temporalidad. Somos el país europeo donde esta forma de contratación tiene más peso respecto al total. Buena parte de las empresas -y de las administraciones públicas- se han “acostumbrado” al recurso a bolsas de temporalidad cuyos contratos se extinguen al más mínimo contratiempo. Despedir temporales es fácil, es barato, y refuerza el poder unilateral de quien ejerce como empresario (público o privado).
Los ERTEs se han mostrado útiles y se deben prolongar todo el tiempo que sean necesarios, pero también se tienen que establecer las bases para un futuro con un empleo de mayor estabilidad para evitar su destrucción según sea el ciclo económico. Los datos de septiembre evidencian que el empleo que se crea sigue siendo extremadamente volátil, ya que alcanza un 94,83% de temporalidad en la contratación y se reduce en un 25,60% la contratación indefinida respecto al mismo mes del año anterior. Por eso se deben incentivar otras fórmulas alternativas al despido, con medidas también para desincentivar la contratación temporal.
El futuro no puede, únicamente, construirse con la solución de que cuando las cosas vengan mal dadas, “el Estado lo pague todo”. Ya sabemos que la receta de la crisis del 2008: “Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas” solamente sirve para hacer más ricos a los pocos y mucho más pobres a los muchos.