“Estas son las ministras del PSOE”, coreaban algunos de los manifestantes ante la sede del PSOE en la calle Ferraz en Madrid. Y, mientras entonaban tan bello proverbio chino han desplegado unas muñecas hinchables. La Delegación del Gobierno en Madrid contabiliza a los manifestantes en unos 1.300, sin contabilizar a las muñecas que, al parecer, eran una nimia minoría. También se referían a las madres de dirigentes del citado partido a quienes identificaban con los vaciaderos de plástico con los que parecen tener bastante familiaridad. No cuesta trabajo imaginarlos soplando el plástico mientras hacen acopio de ardor guerrero.
El sentido común aconseja el enfriamiento o, al menos, templanza a la hora de abordar el tema. Y ello implica en primer lugar recordar el respeto que merecen los manifestantes de su mismo partido, quienes deben sentirse, sin duda, muy avergonzados ante la conducta de sus correligionarios. En segundo lugar, el partido, los grupos o asociaciones que convocan tan pintorescas manifestaciones deberían obrar con más inteligencia dado que con estas manifestaciones están victimizando al partido al que insultan y esto denota cierta falta de agilidad mental.
Porque, si no acudiéramos a la templanza de ánimo, podríamos caer en la tentación de afirmar que quien identifica a una ministra del Gobierno con una muñeca hinchable es un “hijo de meretriz”. Y hay que evitar este tipo de calificaciones, primero porque no está bien decir “hijo de meretriz” a nadie y segundo porque, a buen seguro, las prostitutas poseen una superior dignidad como para atribuirles la insultante maternidad de estos hombroides. El derecho fundamental de reunión y manifestación ha de ejercerse con el debido respeto porque si no, podría parecer que la manifestación ha sido guionizada por el gran Miguel Gila: “¿Es ahí la sede del PSOE? Oye, que vamos a ir un momentito a pintar en vuestra puerta. Nada, una poquita frase y ya está. Que nos llaméis luego para los gastos del aguarrás” Y parece preferible abordar el tema con humor porque si no, nuevamente, se abandona la debida templanza de ánimo, y se corre el riesgo de afirmar que pintar la sede de un partido político, sea el que sea, es un acto propio de una cabra macho bastante grande. Y hay que evitar hacer alusión a las cabras macho bastante grandes.
Hace tiempo se está subiendo la escalera de una violencia que, peldaño a peldaño, consigue que se normalicen conductas totalmente reprobables. Sin embargo, no podemos dejar de insistir en que este tipo de semihombre suele elaborar sus finos insultos siempre en referencia a la mujer. Ellos mismos, con la exhibición de machismo de la que han hecho gala, respaldan y ratifican la imperiosa necesidad de que se promulguen todas las leyes que sean precisas para hacer desaparecer del imaginario colectivo cualquier insulto basado en la maternidad. Ellos mismos han hecho la mejor campaña posible a favor de la no discriminación por razón de sexo. Además, toda militancia de base merece más elegancia, por favor.