jueves. 21.11.2024

Una boda con encanto

“¡Juntos! Un día entre dos, parece mucho más que un día”, dice el estribillo de la inefable canción de Paloma San Basilio, cuyo título es -¿cómo no?– “Juntos”. En ese estado civil de éxtasis con chispa y encanto perpetuo parece que quedará el alcalde de Madrid José Luís Martínez Almeida y su esposa Teresa Urquijo. Y no es que la canción describa mal plan para una tarde o, a lo sumo dos tardes: “fumar un cigarrillo a medias”, “leer a medias el periódico”, “café para dos”. Propuestas amorosas que en la práctica se traducen en que el otro se fuma tu cigarro, el otro se bebe tu café y el otro no te deja leer el periódico.

En esta boda, en que ha sido objeto de análisis hasta la última pluma del tocado de Esperanza Aguirre, es destacable el obligado tono fantástico, estupendo, con felicidad espesa pero inexpresiva. Tanto es así que bien pudiera parecer que los encargados de protocolo clavan una disimulada agujilla en el codo de quien no sonría con especial serenidad y encanto, sobre todo, con encanto. Estas gentes, cuyas fortunas, son también inexpresivas para según qué Administración Pública, encuentran hechos relevantes donde no los hay. Así, han elevado a categoría de hecho reseñable que al Rey Emérito se le cayera el bastón. Si es que el Rey ya está torpón, además de tener un porte un tanto oblicuo. Sí, el Rey Emérito está más oblicuo o tiene el eje más descuadrado que antes. ¡Qué dichoso se sentiría en el interior de sus entretelas el afortunado que recogiera el regio bastón del suelo!

Estas gentes suelen tener euros para comprarse una provincia y, sin embargo, son muy sencillos. Son gente normal, campechana y muy encantadores. El novio José Luís López Almeida debe tener el atractivo en la palabra, pero es encantador. A la vista de los testimonios gráficos del día de autos, las hermanas y hermanos del novio también deben tener el atractivo en la palabra, pero también son un encanto.

“Andar a saltos entre el tráfico”, “colarnos juntos en el autobús”, “cantar hasta quedar afónicos”, todo ello ¡Juntos! Esa argamasa pegajosa de felicidad sencilla no es creíble, sobre todo si se perpetra un chotis con tanta separación corporal. Aún se desconoce por qué el castizo alcalde no arrimó su cuerpo al de su monjil esposa, tal y como exige el madrileño baile. Sin embargo, se especula con que un chotis con cuatro cuerpos en medio es signo de elegancia, saber estar y obedece a normas de protocolo.

Por cierto, muy comentado el sangrante error de protocolo cometido por la Infanta Elena por usar gafas de sol. Expertos en protocolo aseveran que, aunque el sol apunte exactamente a la niña de los regios ojos de la infanta, ella nunca debe usar gafas de sol y, además no puede guiñar los ojos, para no perder el presunto encanto. Otro error de protocolo detectado es que hay que tener cuidado con las pamelas ya que una no se puede quitar el apósito de la cabeza durante todo el evento, para no molestar al resto de comensales. Pues no habértela puesto. “Si tú eres así, qué suerte que ahora estés junto a mí”. Que sea para bien.

Una boda con encanto