Días pasados, veíamos a través de los medios de comunicación, que el juez Adolfo Carretero Sánchez (Valencia, mayo de 1958), saltaba a la palestra, pues el citado juez le ha correspondido instruir la trama por el presunto pelotazo de material Covid para el Ayuntamiento de Madrid en el que está implicado el hijo del fallecido Duque de Feria Luis Medina y su socio Alberto Luceño.
Algunas noticias publicadas han puesto énfasis, en que el juez Carretero es un magistrado sin complejos y fama de “peculiar” y “duro”, según fuentes del ámbito jurídico consultadas por algunos medios de comunicación.
Sigo leyendo y abro el entrecomillado: “Procede de una familia de juristas. Su padre, Adolfo Carretero Pérez, fue presidente de Sala del Tribunal Supremo, vicepresidente del primer Consejo General del Poder Judicial y presidente del Tribunal de Cuentas del Reino.
Aunque nació en Valencia y pasó por un juzgado de Valdepeñas (Ciudad Real), ha realizado casi toda su carrera en la Comunidad de Madrid, donde ha ejercido en órganos de Coslada y Fuenlabrada -donde llegó a ser decano- hasta llegar al de Instrucción número 47 de Madrid”, y cierro el entrecomillado.
Y ahora aporto de mi propia cosecha, una entrevista que realicé al juez Adolfo Carretero Sánchez, cuando era Juez Titular del juzgado número 2 de Valdepeñas, publicada en el semanario Canfali, el 17 de marzo de un ya lejano 1995.
Era su primer destino como Juez, ya que llegó a Valdepeñas en julio de 1993. Antes de ingresar en la carrera judicial ejerció como abogado, y fue profesor universitario. En su día señalé que era un auténtico enamorado de la Historia del Derecho.
Recuerdo con afecto al juez Carretero, y agradecí que nos concediera la entrevista, en la que me habló de las misiones de un Juzgado de Primera Instancia e Instrucción, y de la entrada en vigor de la nueva ley que permitía celebrar bodas civiles a los alcaldes, siendo en aquella época quien portaba la vara, Salvador Galán Ruiz Poveda.
Por aquel entonces reconoció que “existía una judicialización de la vida política”, y me dejó algunas frases que ahora transcribo “un juez parece bueno cuando nos favorece la sentencia y malo cuando no nos gusta”.
Repasamos casos como el de la dentista que al extraer una muela a un niño, este perdió la vida, y del sumario “de los novios”, que por aquel entonces sentenció, que era: “una lacra, una losa negra que pesa sobre la justicia de Valdepeñas, incluso sobre las Fuerzas de Seguridad”.
Y otra más: “no es bueno que el juez salga constantemente en los medios de comunicación, el juez debe estar en el término medio, que es donde está la virtud”.
Pasó cierto tiempo y se trasladó a Madrid, y en esa comunidad continúa.
Sus decisiones, algunas de ellas ciertamente pioneras, le han procurado cierta proyección mediática en los últimos años.
Yo, lo recuerdo con cierto afecto y si hasta el juzgado número 47 de la comunidad madrileña le llega este artículo, le envío un cordial saludo, y le espero para un brindis.