sábado. 23.11.2024
Peatones por la calle Carrera  de La Solana este miércoles, 20 de abril
Peatones por la calle Carrera de La Solana este miércoles, 20 de abril

En la jornada de ayer dejaba de ser obligatoria la mascarilla en interiores, una medida que ha traído opiniones dispares entre la población. La Solana es un ir y venir de gentes con y sin mascarillas, los comercios en pleno funcionamiento y los colegios con su rutina diaria, con la novedad de no estar obligados a usar la mascarilla.

Los centros educativos son noticia por este tema. Al igual que ocurrió en el recreo la mascarilla ha dejado de ser obligatoria en las aulas. Un paso más para volver a la normalidad. Como ocurre en la población en general los escolares, que están muy concienciados sobre el Covid, acogen muy bien esta nueva medida, que los libera y les permite volver a respirar con libertad. Los colegiales pueden volver a verse la cara en clase sin mascarilla, aunque según declararon la mayoría todavía la lleva puesta pero poco a poco va a ir desapareciendo. Radio Horizonte se ha desplazado al CEIP Sagrado Corazón donde  los alumnos de último curso han opinado sobre el uso o no de la mascarilla en el aula, e incluso algunos de ellos se aventuraron en no usarla en el primer día de estas novedosas medidas. “En algunas clases, como educación física, te ahogabas más con la mascarilla y era asfixiante”, “en clase hoy no la he utilizado como no es obligatoria”, “podemos respirar con libertad”, “hoy la he utilizado pero mañana puede ser que me la quite” eran algunas de las declaraciones de los colegiales de 6º curso del Sagrado Corazón.

El director del centro, Ángel Crespo, comentó que se viven momentos de incertidumbre, pues muchos no saben qué hacer. Llevarla o no queda ya en la libre decisión de cada uno. “La mayoría de los docentes y alumnos han utilizado la mascarilla siguiendo un poco la tónica que se mantenía en el colegio” explicó Crespo quien creé que paulatinamente las mascarillas tendrán menos presencia en el centro. “Tenemos que volver a la normalidad” dijo el docente. La desaparición no será total, sino que las mascarillas han llegado para quedarse y usarse en momentos puntuales, como pueden ser constipados, gripes o alergias primaverales.

Dos ciudadanos charlan en la Plaza de la Marquina de La Solana, uno con mascarilla y otro sin ella
Dos ciudadanos charlan en la Plaza de la Marquina de La Solana, uno con mascarilla y otro sin ella

Poco parece haber cambiado la vida cotidiana desde ayer. En el plano legislativo ha cambiado mucho, aunque todavía son minoría los que se atreven a acceder a un negocio sin la mascarilla. Entre gran parte de la población se mantiene el gesto de ir por la calle sin mascarilla y antes de acceder al comercio colocarse el cubrebocas, algo que parece que va a ir desapareciendo gradualmente. La contrariedad está presente en las opiniones de los transeúntes que ven con buenos ojos que no sea obligatoria, pero muchos no terminan de aceptar que la mascarilla no se utilice en interiores. “Es cosa de cada uno”, “creo que será progresivo, habrá gente que se la quite al día y personas que tardarán un poco más”, “todavía no tengo pensado quitármela” eran algunas impresiones que Radio Horizonte ha recogido a pie de calle. La realidad es que sobre todo los mayores son los más ‘conservadores’ en el uso de la mascarilla, mientras que los jóvenes y gran parte de los adultos son los más atrevidos a dejar de usarla en interiores, como ya lo hicieron en el exterior. La mascarilla ha dejado de ser obligatoria en cualquier espacio interior a excepción de centros y establecimientos sanitarios (hospitales, centros de salud y farmacias), centros sociosanitarios (para trabajadores y familiares que realicen visitas) y en el transporte público, bien sea autobús, tren, metro o avión.

Aunque no sea obligatorio desde las instituciones recomiendan hacer un uso responsable en lugares y situaciones concretas para proteger a uno mismo y a los demás. Desde ya podemos volver a ver las sonrisas de los demás y no sonreír con los ojos, como hemos hecho durante 700 días.  La realidad es que la mascarilla no desaparecerá con tanta rapidez como vino a nuestra cotidianidad. Pocos son los que se atreven a desprenderse de ella casi para todos los ámbitos de su vida, a excepción de cuando siga siendo obligatoria, y muchos los que siguen haciendo su correcto uso. El miedo al virus sigue presente y es libre, al igual que las decisiones de cada uno para llevar la mascarilla o no.

Los solaneros, divididos por la mascarilla