Lecturas

Reconozco que este curso el club de lectura me está resultando un poco monótono. Le busco un motivo concreto para utilizar este calificativo, aunque no sabría determinarlo. Quizás sea porque los libros elegidos no terminan de gustarme, o tal vez mi estado de ánimo no me invita a poner el empeño suficiente en estas lecturas comunitarias recomendadas.

Menos mal que el encuentro mensual y las tertulias que desarrollamos siempre me ofrecen puntos de vista diferentes y, sobre todo, las merendolas por los cumpleaños, porque a veces pienso que somos más un club culinario que de lectura.

Bromas aparte, es cierto que no terminan de interesarme los textos que nos ofrece la red de bibliotecas de la Comunidad, pero de todo hay que leer.

Será por eso que a nivel personal busco otros libros que me aporten algo distinto y que rompan la desidia en la que ando instalado; pienso que así, si los elijo yo, al menos tendré más estímulo. Este es el caso que me ha sucedido con "Manuscrito encontrado en Zaragoza" pues, de repente, anunciaban en la red que Acantilado acaba de publicar una nueva edición de la novela de Jan Potocki.

Ni corto ni perezoso me voy a la librería de mi barrio a encargarlo y así colaborar con el comercio de cercanía o proximidad que tan poco cuidamos, y menos ahora con la moda de comprar por Internet.

Llevaba bastante tiempo interesado en adquirir el ejemplar de marras por diferentes razones. Quizás, y la más evidente, es que hay una pieza teatral de Francisco Nieva basada en esta novela del conde polaco. Tenía curiosidad por los relatos y aventuras que narraban sus páginas, pero también quería comprender qué motivó a mi paisano para hacer una adaptación sobre ella.

A esta nueva y cuidada reimpresión que acaba de salir, además de la novela que está  distribuida en seis decamerones se añaden una presentación, una advertencia, un extenso apartado de notas, además de una explicación sobre la vida y obra del autor. También incluye una cronología y una bibliografía que consiguen que el ejemplar de pasta dura y cuidada edición se acerque a las ochocientas páginas.

¿Qué decir tras su deseada lectura para simplificar la opinión sobre un texto tan rico como complejo? Pues bien, "Manuscrito encontrado en Zaragoza" es un culebrón, un laberinto donde todas las historias parecen dar vueltas, es un libro de viajes, de fantasía y de imaginación. Las historias se entrelazan unas con otras y los relatos se asemejan al formato de Las mil y una noches. Narraciones de lances y enredos, leyendas de moriscos, líos amorosos y aventuras imposibles, aparecidos, encantamientos a través del tiempo y de la geografía. Por eso está muy bien definido como literatura fantástica e incluso gótica, como sugieren algunos, puesto que combina episodios de todo tipo como si fuese una enorme matrioska rusa, entiéndase literaria.

Confieso que llegar al final me costó un poco, pero simplemente lo achaco a que nunca el género fantástico fue mi favorito. En líneas generales he disfrutado con su lectura que, desde el primer momento, me atrapó por su complejidad y su ritmo cambiante.

Por eso, después de leerlo con interés, no me extrañó que Nieva se animase a realizar un versión teatral. Por supuesto que sería impensable concentrar todo el argumento en un simple guión porque es inadaptable. Pero el hecho concreto de que en los primeros años de la posguerra aquel muchacho precoz pasase con su familia largas temporadas en Venta de Cárdenas fue determinante.

Esta pedanía pertenece a Ciudad Real, aunque está muy cerca del desfiladero de Despeñaperros, paso natural de Sierra Morena. De manera que las referencias a Venta Quemada, los riscos abruptos y los parajes naturales donde suceden los encantamientos fueron concluyentes para que el genial manchego, después de leerla, vinculase las vivencias del inquieto e introvertido adolescente que fue con fragmentos de la aventura más relevante de una sucesión de relatos fantásticos.

Claro que asistí a la representación en el 2002 en el teatro de La Latina, y creo que escribí sobre ello. Pero aunque ahora visualizo en la Red una opinión crítica sobre el estreno, a mí me pareció una maravilla porque desde aquel momento tuve una visión más amplia sobre el hecho teatral. Me refiero a la riqueza del vestuario y la cuidada puesta en escena tan propias e inconfundibles del dramaturgo manchego.

De aquel elenco recuerdo especialmente a Juan Ribó que interpretaba dos personajes, al conde Potocki y al oficial de la guardia Valona Alfonso van Worden. También a las gemelas Emina y Zibedea, princesas moriscas de cuyo papel se encargaron Beatriz Bergamín y la ahora televisiva y más mediática Ángeles Martín. Pero sin duda quiero resaltar la actuación del gran secundario Walter Vidarte, un actor uruguayo que encarnaba el papel del ermitaño, y al que Nieva puso de nombre "El hermano Florestán", así como Julia Trujillo y demás actores del reparto.

En las notas del libro referido y con respecto al desconocimiento o la confusión geográfica del autor hay referencias a Valdepeñas, evidentemente porque era paso obligado desde la Mancha hacia Andalucía, o viceversa. Además, este municipio tan cercano a Despeñaperros como es Venta de Cárdenas fue un lugar de relax de los valdepeñeros con posibles. Años más tarde era habitual consumir agua de los manantiales y fuentes de aquella zona puesto que, la de Valdepeñas, contenía mucha cal.

Es evidente que esta novela incitó al dramaturgo a escribir un texto basándose en una pequeña parte de este gran folletín, pero adaptado a las inquietudes y neuras personales que experimentó durante aquel retiro, una convicción que he referido anteriormente.

Resumiendo, a pesar de la satisfacción que me ha producido completar su lectura y, aunque nuestro grupo de llama Club de lectura "libros de cine", y que esta novela también tiene una adaptación cinematográfica de más de tres horas de metraje, e incluso una versión teatral, no me atrevo a recomendarla a mis compañeras de tertulia, no ya por su extensión, puesto que ellas leen mucho más y habitualmente participan en las actividades culturales que se programan. Mis recelos vienen simplemente porque no deseo que me tilden de extravagante, o porque ellas crean que siempre pretendo llevarlas a mi universo, a la Mancha a mi paisano Paco Nieva o a mis particulares gustos y manías.