Vivir de rodillas

Artículo escrito por Julio García-Casarrubios Sainz

El otro día le oí decir al Sr. Feijóo “El Moderado”, que el presidente del Gobierno de España se arrodillaba ante los independentistas. Se utiliza desde muy antiguo la expresión arrodillarse como signo de sumisión. Pero aquí se utiliza además como símbolo de indignidad, de debilidad; se utiliza para dar a entender que una persona está dispuesta a arrodillarse ante enemigos que quieren dañarnos, con la sola y espuria intención de obtener un beneficio personal; como un acto inmoral e ilegítimo de egoísmo, para mantenerse en el cargo.

No llega a ser ni siquiera una estrategia; no llega a tanto; es una simple artimaña para alimentar a los suyos, y captar el voto hacia su formación. Es un mensaje simple y facilón para ampliar su espacio electoral. Pero no tiene nada de realidad. Todo lo contrario: se trata simple y llanamente de manipular la verdad, de rebajar el nivel del debate; de engañar intencionadamente. Dispuestos a arrodillarse, lo es mucho más, arrodillarse ante Vox para mantenerse en el poder. Eso sí que es dañar a España. Lo otro es hablar; es dialogar; es pactar, es convivencia.

El Sr. Feijóo, “El Moderado”, en lugar de buscar acusaciones que poco tienen que ver con la realidad, y que tienen por objeto dañar la imagen de Pedro Sánchez para que se vaya y ponerse él, podría estar presentando propuestas para mejorar el conflicto entre una parte de Cataluña y el resto de España. Un conflicto que viene de lejos. Echamos de menos un estudio serio del fenómeno independentista catalán, y la forma de integrarlos en España; de mejorar la convivencia en una España unida.

El independentismo se afronta tratando de demostrar a los ciudadanos catalanes que en España los queremos, que nos sentimos a gusto con su integración, que España necesita a Cataluña, y Cataluña necesita a España. Y eso se logra, tendiendo puentes, dialogando, cediendo -siempre dentro de la ley-, buscando fórmulas de entendimiento y una mejor convivencia. No se logra proclamando “a por ellos”, o exhibiendo la bandera de España como símbolo anticatalán. El enfrentamiento, dará votos, pero rompe España. Cuando llegó Rajoy al Gobierno, el independentismo rondaba el 27 %; cuando salió estaba en un peligroso, 49 %. Hoy, con muestras de acercamiento se ha frenado, y no es el problema de primera línea; que no es poco.