Viene la ultraderecha
No. No viene. Ha llegado. En Francia ha sobrepasado el nivel de exigencia de la primera vuelta y va a participar en la segunda. Tiene pues posibilidad de hacerse con la presidencia de la República. Inaudito en un país con una democracia consolidada, y uno de los más altos niveles de bienestar social. En España ha entrado a formar parte del Gobierno de Castilla y León, de la mano del Partido Popular. El Sr. Mañueco sabrá lo que hace, sabrá lo que quiere. ¡Ah! el flamante presidente del Partido Popular, Sr. Feijóo, al más puro estilo Rajoy, mira para otro lado; no asiste a la sesión de investidura por “exigencias de agenda”. ¿Y qué piensan sus votantes?
Fenómeno no fácil de entender. Las razones son muchas, múltiples y muy variadas. En Francia parece que funciona el cordón sanitario. En la misma noche electoral, sin dudarlo, ya se han pronunciado todos los partidos en pedir el voto para Macron, con el fin de evitar que gane la ultraderecha de Le Pen. Lo conseguirán o no. Pero al menos hay unanimidad en considerar un peligro para Francia; porque es un peligro.
Y no es una exageración. No lo digo yo. Lo ha dicho el Partido Popular Europeo. Han sido sus propios compañeros políticos en Europa, los que se han manifestado en contra de que el Partido Popular de España pacte con la ultraderecha. El dicho de: “Por Dios y por España” encierra una actitud con una significación profunda. Encierra una posición antidemocrática. Es negar que la soberanía radica en el pueblo, en los ciudadanos; radica en un ente superior que se llama “Nación”. Y en nombre de la “Nación” deciden sus dirigentes. Es el nacionalismo patriótico.
¿Lo sabe el Partido Popular? ¿Lo saben los votantes de la derecha? Lo pongo en duda. Lo que no dudo es que, a partir de ahora vamos a oír hasta durmiendo, que si el PSOE puede pactar con partidos de izquierda radical, ¿por qué ellos no lo pueden hacer con la extrema derecha? Y puede que hasta les dé resultado. Pero poner en el mismo nivel de la balanza a Podemos y a VOX, es engañarnos; es blanquear una opción antisistema, comparándola con una opción diferente. Y no lo digo yo. Es el sentir de toda Europa. Ningún partido europeo ha sido repudiado como lo está siendo la ultraderecha.