No quiero volver
Era de noche; paseaba conversando tranquilamente con un amigo. Un amigo del que, cuando habla, siempre se aprende algo. Se trata de una persona muy relacionada con el mundo de la medicina. Y en un momento dado, me pregunta: ¿Sabes cuáles son los dos adelantos más importantes de la medicina en los últimos años? No sé; ¿los antibióticos? ¿la analítica como herramienta para el diagnóstico? No sé. No, me dijo. El primero es que los pacientes hablen con su médico como una persona cercana, no como alguien muy superior, a quien no se podía contradecir.
Es verdad. Pero, ¿y el otro avance? “Que las familias vivan con la tranquilidad de no tener que pasar su vida pensando en hacer frente económicamente si aparecía alguna enfermedad”. Me dejó sin habla. Me emocionó. Se me puso un nudo en la garganta que no podía hacer desaparecer. No pude evitar situarme en el recuerdo de una familia que pasó por esa situación. Una familia muy allegada que lo sufrió. Unos padres que tuvieron un hijo con una dolencia que tenía muy mala pinta. ¿Tendría curación? Fue su preocupación durante los primeros años de esa criatura.
Como cualquier padre hace con su hijo, pensaron en una consulta privada en Madrid, para cerciorarse si había algún tipo de solución, para curar o para que no avanzara. Corrían los años cincuenta. Aquella consulta supuso la ayuda de algún amigo, un buen amigo, que, sin ningún tipo de interés, le prestó para hacer frente a ese gasto. Pero había que devolverlo. Costó varios años de ahorro y sacrificios para saldar la deuda. La consulta sirvió para cerciorarse de que no tenía solución alguna y de que iría progresivamente agravándose. Acertó de pleno. Solo se equivocó en que esa situación se iba a prolongar muchos años más de lo que aquel médico preveía.
Sí, amigo. Ha sido un gran adelanto. La Sanidad Pública, universal, gratuita y de calidad, que hemos logrado tenemos que defenderla con uñas y dientes. “Yo no quiero volver” a la situación de aquella familia. No quiero que nadie tenga que pasar por esa situación. No es problema de izquierda o derecha; de rojos o azules; no es problema ideológico. Es problema de simple humanidad. Es problema de luchar, de evitar, que alguien tenga la tentación de hacer negocio con el dolor de personas que no tienen posibles para hacer frente. Es problema de igualdad de oportunidades.
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