Las migraciones
A lo largo de la historia siempre se han sucedido los movimientos migratorios. Siempre ha habido pueblos que se han visto en la necesidad de emigrar a otros lugares en busca de una vida mejor, o huyendo de una guerra, o huyendo de persecuciones por parte de dictaduras, -de eso España sabe algo-. Esto es una realidad que la sociedad no puede, no debe minusvalorar. Al contrario debe ser una preocupación preferente en un mundo actual, justo.
La sociedad avanza; mejora su sistema de vida; pero ese progreso debe llegar a todos. No es presentable que unos pueblos hayan avanzado de forma muy considerable, y las migraciones se sigan produciendo de igual manera. Eso nos revela, nos debe hacer pensar, que los avances no han servido para paliar las desigualdades. Todo parece indicar que más bien las desigualdades han aumentado. Y es ahí, precisamente, donde debemos situar el problema, y no en otros territorios que a veces se tercian insoportables.
Es inhumano, e incluso improcedente, oír mensajes, observar posicionamientos, intolerables: Efecto llamada, inmigrantes sin papeles, que se vayan a sus tierras, que no nos quiten el trabajo; indecente, pero además erróneo. Una sociedad avanzada debe pensar en que los necesita. Los verdaderos avances son aquellos que se producen de forma global; avances que suponen mejoras para el conjunto, y muy especialmente que los avances con solidaridad y cohesión supongan en primer lugar disminuir las desigualdades. Ganaremos todos, nos beneficiaremos todos.
¿Y cómo? Primero tomar conciencia del problema, y no escondernos mirando para otro lado, con mirada corta y egoísta; segundo con iniciativas como resultado de consensos y puesta en común; tercero acogiendo a los más vulnerables para que se integren de forma ordenada; y cuarta, y más importante, políticas que hagan mejorar el nivel de vida y el desarrollo en sus lugares de origen. Nadie piensa en emigrar si en su hábitat, y en compañía de los suyos, ve esperanzas de una vida digna. Las migraciones no son un problema, son un drama humano que debemos atajar. El progreso no está pensado para unos pocos, es inmoral y equivocado. En un mundo global el progreso también lo tiene que ser, y si no, no será progreso.