Sí. Ha sido la derecha la que nos ha llevado a la situación política en la que hoy nos encontramos. Ha sido la derecha quien ha fijado el debate puntual de la pluralidad de España. Queriendo o sin querer, han sido, el Partido Popular y Vox, los que han reconducido la confrontación política en la dicotomía entre una España plural o una España única. Situar la Unidad de España bajo el tradicionalismo de “España, una, grande y libre”; o buscar la unidad de nuestro país, en el entendimiento y respeto hacia todas la sensibilidades que conviven.
El cambio, introducido por la derecha, que se ha producido desde los años noventa, quizá no haya sido por la visión de esta realidad, sino más bien buscando una fórmula para aniquilar al adversario político. Se trata de una fórmula simplista que pone como bandera, más amor a la patria, y considerar al adversario como el que quiere romper la unidad de España, “el antipatriota que busca el poder destrozando los valores eternos”. Y así hemos llegado a la división de bloques basada en la unidad, o la pluralidad de nuestro país.
Es algo natural, que siempre haya existido la confrontación de bloques; que existe, y que seguirá existiendo: en base a ricos y pobres, a empresarios y trabajadores, a explotadores y explotados; la lucha de clases, la derecha y la izquierda. Igual de natural que haya dos bloques tomando como base la posición, legítima, de conservadores o progresistas. Todo esto ha existido y existirá. Pero hoy ha aparecido la línea divisoria de los defensores a ultranza de la unidad monolítica de España, los que defienden una sola cultura, una sola historia, una sola nación; y los que basan la unidad y la grandeza, en el respeto y entendimiento de todas las sensibilidades.
Reconocer que España es diversa, que España es un conglomerado de culturas, de lenguas, que tienen su propia historia, es, o debería ser nuestra seña de identidad. Debería ser la preocupación de todos. Todos tenemos la obligación de preocuparnos de todos. Que todos nos sintamos integrados en la diversidad. Ahí es donde debe colocarse la piedra angular que forje la unidad de España. No en que todos seamos iguales, negando el respeto al diferente. No. Lo que debe distinguir “la unidad de España” es, en la preocupación y el respeto al diferente. Los que piensen y obren así serán los verdaderos artífices de la “UNIDAD DE ESPAÑA”