Guerra ideológica
Qué exista una lucha porque cada uno defienda su ideología, ¿es malo? No. Lo malo es utilizar las ideologías para sacudir mamporrazos a diestro y siniestro; lo malo es recurrir a las ideologías para hacer el ruido que esconda y tape vergüenzas, o para no explicar los verdaderos motivos de las actuaciones políticas. En una palabra: para rehuir el debate; para eludir propuestas y programas.
Se ha hecho frecuente en España desde hace tiempo, pero sobre todo desde que el gobierno de coalición rige los destinos de los españoles, el mensaje: “Cuidado que vienen los rojos comunistas”. Mensaje que se ha agudizado a raíz del irresponsable adelanto de las elecciones en Madrid en plena pandemia: “Los madrileños tienen que elegir entre comunismo o libertad”. Una barbaridad que pone el pelo como escarpias, da miedo escuchar estos mensajes. ¿Es legítimo y necesario que desde el bando contrario se advierta del peligro de que viene el fascismo? Es legítimo, y quizá necesario, pero no suficiente. Frente a la barbaridad irracional hay que oponer el razonamiento sensato y constructivo.
Una sociedad se construye con propuestas de funcionamiento, con programas, ¿basados en ideologías?, claro que sí; pero programas pragmáticos claros. No necesitamos que nadie nos asuste con miedos, odios y polarización. Necesitamos saber, antes de votar, qué se va a hacer con nuestro dinero, con la pandemia, con la Educación, con la Sanidad, con la investigación, con el cambio climático. No se trata de asustar; se trata de decirnos cuánto dinero, o en qué porcentaje, se va a invertir en Sanidad Pública y cuánto en Sanidad Privada. Y lo mismo respecto a la Educación.
Sobran los mensajes falaces, confusos y malintencionados, de que viene la ruina, el caos y el paro. Ni siquiera si bajar o subir los impuestos. Detrás de esos mensajes hay una clara intención de engañar. Lo que necesitamos antes de votar es saber a quién y cuánto van a subir; a quien y cuanto les van a bajar los impuestos. Cuánto van a subir o bajar las tasas, y qué tasas. Necesitamos saber qué medidas concretas, con pelos y señales, se van a poner en marcha para combatir la judicialización, la corrupción, la desigualdad, la pobreza, el paro juvenil. Ideología sí, pero acompañada de programas entendibles. Lo demás son engañosas y dañinas guerras ideológicas.