Feliz Navidad
Sí. Hoy quiero felicitar la Navidad a la política. Quiero transmitir mis deseos de que la política se sitúe dónde debe estar; que se aleje de los posicionamientos egoístas e interesados; que los ciudadanos percibamos la política como algo muy nuestro, algo que nos sirve; que la percibamos como la herramienta que arregla nuestros problemas, nuestras inquietudes, nuestras ilusiones. Deseo que, de una vez por todas, los responsables de administrar la política se aparten del objetivo de aniquilar al adversario, de hacerle daño intencionadamente, que dejen de fastidiar la marrana.
Cuando veo a un parlamentario llamar desde su escaño, al presidente del Gobierno de nuestro país, “miserable, traidor y vil”, siento ganas de llorar; me dan pena. No son conscientes de que se daña más el que lo dice, que a quien se lo dice. Se está haciendo un autorretrato penoso de mostrar. Pero sobre todo le está dañando mucho a la imagen de la política. Los que así se comportan es porque no tienen nada que aportar, o si lo tienen, están muy interesados en que no se vea. Que no se note.
Me gustaría que estas navidades, algunos, las aprovechen para contar “veinte”, hacerse autocrítica, propósito de la enmienda y un proyecto de futuro más aleccionador. La política tiene que ser, tiene que tener, debate y confrontación, claro que sí. Pero una confrontación honesta, defendiendo posiciones legítimas, aunque sean diferentes. ¡Qué iluso! Pero sí. Se puede. Si quieren pueden. La política también es ilusión. No se puede llevar a buen término un proyecto si no hay ilusión.
Pienso, -es mi opinión-: que son necesarios dos factores. El primero y principal es ser fiel a la ideología que representa. En demasiadas ocasiones, el relato, la posición, la actitud, no tienen nada que ver con su ideología. Si se es liberal, conservador y democristiano, o si se es socialdemócrata, tiene que traslucirse, tiene que verse. Las políticas tienen que expresar lo que representa el partido, y lo que esperan sus votantes. Y en segundo lugar aceptar que el diferente tiene la misma legitimidad; aceptarlo con respeto y tolerancia, es obligado y conveniente. Denigrar al adversario, porque piensa de manera diferente, es denigrar la política. Es inadmisible, y de consecuencias demoledoras, convertir la confrontación política, en confrontación personal. Así no se puede celebrar la Navidad.
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