Feliz cumpleaños

Artículo escrito por Julio García-Casarrubios

No. No podemos celebrar el cumpleaños porque no vive, porque tuvo una muerte prematura. Hoy, afortunadamente, y a diferencia de entonces, la democracia está garantizada, por igual, con República que con Monarquía. Los fallos son de sus cabezas visibles, no de la institución. ¿Hay reyes corruptos? Sí, pero la Monarquía parlamentaria funciona; con sus defectos, pero funciona, y no es un impedimento para que el país progrese. También estamos viendo presidentes de República corruptos, y no se cuestionan acabar con el sistema republicano. Pero ese no es el tema quiero abordar. Llegará un día en que habrá que abordarlo; y sin miedo.

Nuestra Segunda República, la que hoy cumpliría 90 años si viviera, es un hecho histórico muy poco conocido y muy tergiversado. Y es así porque ha habido, y hay, un sector de la sociedad que se ha negado, y se niega, a reconocer que fue un “intento serio” de acabar con las desigualdades, la corrupción y el caciquismo; que supuso una explosión de alegría por acabar con estas tres enfermedades endémicas que venía sufriendo nuestra España desde muchos años antes. Eso fue la República.

La República no fue un paréntesis oscuro, plagado de hechos malvados, que más vale olvidar. No. Eso es una falacia interesada y miserable. Siempre ha existido un sector que cuando se le habla de progreso, de cambio, de avances…, se estremece, se alarma: ¡Qué vienen los malos!, ¡qué vienen los antipatrias!, ¡que vienen los rojos comunistas malos a quitarles lo que les pertenece por derecho propio!

¿La República cometió errores? Sí. Entre otros, no evitar los brotes de revanchas y ajustes de cuentas; y sobre todo, no evitar la llegada de un “Golpe es Estado”. Golpe que no era por los desmanes que se producían, -eso fue el pretexto, -sino más bien porque no podían consentir los avances, los cambios. Les asustaba que las mujeres tuvieran los mismos derechos, les asustaba que votaran todos, les asustaba que la educación fuera un derecho universal, les asustaba los derechos de los trabajadores. Por todo ello, no podemos seguir en el dislate de olvidar, de esconder, de manipular, la historia. El conocimiento de nuestra historia, es un derecho y una obligación de cualquier colectividad que quiera conocer la verdad para avanzar por el buen camino. No podemos permitir que unos pocos quieran manipular y engañar al resto.