viernes. 22.11.2024

Fácil y simple

Artículo escrito por Julio García-Casarrubios Sainz 

Los líderes de la derecha, con sus honrosas excepciones, tienden a lanzar mensajes, fáciles de asimilar y con muy poca profundidad racional. Y lo hacen porque la mayoría de su clientela, también con sus honrosas excepciones, así lo espera. Es el conservadurismo decimonónico, y devuelto a España por el aznarismo de los años noventa del siglo pasado. Es la fe contra la razón; es la fe en una España nuestra, en nuestra amada patria, frente al concepto de país en continuo avance hacia el bienestar social.

Es más fácil inocular la pasión por una España históricamente grande, que valorar el esfuerzo, la lucha, el trabajo diario…, el vencer las dificultades, para lograr una sociedad más justa y más igualitaria. El publicista, el estratega, el asesor que escribe los guiones al político encuentra siempre más fácil y más eficaz a la hora de votar, transmitir ilusión y sentimientos, que conducir a un estudio real de los hechos. Es más fácil recurrir al enfrentamiento con “los que quieren romper España”, que apoyar y alentar una difícil tarea de diálogo, acercamiento y convivencia.

Está muy bien tener creencias, está muy bien seguir a pie juntillas los principios ideológicos de una determinada forma de pensar. Respeto total a todas las creencias; pero sin olvidar la ciencia; la creencia es el camino fácil, pero es irracional, y como tal, origen de conflictos, de enfrentamientos, de incomprensiones. La ciencia es racional, se puede demostrar, se ve, se palpa. El camino de la ciencia es el más difícil, requiere estudio y mucho razonamiento; pero no es origen de conflictos, sino más bien de llegar a acuerdos y sobre todo de avanzar, de progresar.

¿Trato de menospreciar la fe, la ilusión, la creencia? No. Rotundamente no. La fe, la ilusión, las creencias iluminan el camino. Pero el camino se hace con la razón, los hechos y la ciencia. Es la diferencia entre el conservadurismo y el progresismo. Los mensajes fáciles conducen a confirmarnos en nuestras creencias, pero, aunque más difícil, es más eficaz el mensaje que busca convencer, para que entre todos progresemos hacia un mundo mejor. Amemos a España, sí. Pero no nos dejemos llevar por el canto de sirenas que nos habla del amor a España, escondiendo la necesidad de pensar, estudiar, analizar; cómo se avanza, cómo se mejora.

Fácil y simple