Error histórico
Pactar es difícil. Muy difícil. Una dificultad que viene marcada porque hay que ceder. Todo el que se sienta a pactar con alguien debe sentarse convencido de que tiene que defender sus posiciones con fuerza y con inteligencia. Pero no puede olvidar que enfrente tiene a alguien que lleva ese mismo objetivo. Hace falta una buena dosis de habilidad y tolerancia, que todos los políticos no tienen. ¿Cómo se logra equilibrar estos dos objetivos? Si ambas partes están motivadas por un objetivo común y muy superior al campo de sus ideologías e intereses.
Se ha dicho en infinidad de ocasiones que la Transición tuvo su éxito precisamente en ese objetivo común y superior a todas las ideologías e intereses de los que se sentaron a pactar. Partidos conservadores, democristianos, socialistas y comunistas fueron capaces de renunciar a buena parte de su definición histórica, y a pactar una reforma política que había puesto el punto de mira en acabar con el fascismo y hacer de España una democracia plena, a imagen de su entorno europeo.
¿Cuándo fallan los pactos? Cuando subyacen en el diálogo intereses confesables u ocultos que no tienen nada que ver con los objetivos superiores que deben marcar todo diálogo. Algunos partidos del actual espectro político, fallan en eso. Acuden a los pactos con el objetivo de machacar al adversario, cueste lo que cueste. Y no. No es eso. Así no habrá nunca diálogo, ni pactos. Hay que discutir fórmulas; pero fórmulas para resolver un mismo problema, frenar el fascismo, consolidar la democracia, y avanzar en el estado del bienestar. Así habrá pactos.
Podríamos poner infinidad de ejemplos. Pero vamos a fijarnos en uno que ocupa gran parte de la actualidad. Desde hace más de un siglo las distintas izquierdas han puesto su meta en dominar el espacio de la izquierda; quizá con el sano propósito de que su partido representa mejor la esencia pura de la izquierda. ¿Y qué lograron? Cederle espacio a la derecha. Ahora que se ha logrado por primera vez, un gobierno progresista de coalición, corrigiendo a tiempo errores de siempre, no lo estropeemos con líneas rojas entre ellos, para ver quién monta más, PSOE o Podemos. Muy claro: el objetivo superior, mucho diálogo, saber ceder, y a pactar. Quienes lo entiendan así se habrán situado al nivel de Estado que exige una convivencia en paz.
Julio García-Casarrubios Sainz
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