El PP es necesario
“El PP necesita a la democracia y la democracia necesita al PP”, escribe Luis García Montero. En democracia todas las posiciones tienen cabida; no solo que tienen cabida, sino que son necesarias. Se puede ser socialista, pero eso no significa alegrarse de la travesía del desierto que sufre el Partido Popular; en gran parte por méritos propios. Ni alegrarse, ni desearles nada negativo en su actividad política. Todo lo contrario. Necesitan y necesitamos todos, que encuentren pronto la línea de actuación de lo que debe ser un partido conservador, liberal y democristiano.
Para que un régimen democrático funcione con normalidad tiene que haber confrontación de ideas y propuestas; tiene que haber distintas posiciones; y tiene que haber una lucha sana por imponer cada uno sus ideas, con el único objetivo de aportar lo mejor, y contribuir a la solución de los problemas que se presenten. Las posiciones conservadoras, centristas o progresistas son lógicas y necesarias. No son los buenos y los malos. Son diferentes. Y todos dispuestos a mejorar la sociedad; a contribuir a su progreso; a avanzar en el estado del bienestar de las personas.
Esa confrontación será constructiva, si se lleva a cabo en un marco de libertad y tolerancia. No caigamos en el error, y considero que el PP está cayendo, en convertir la confrontación en polarización, en crispación. Es muy frecuente que partidos que se autodenominan constitucionalistas culpen a otros de antisistema, sin darse cuenta de que también practican el antisistema. Sí. Son antisistema los que buscan el desprestigio del adversario para encontrar su sitio y esconder las vergüenzas propias.
Si Pablo Casado, quiere de verdad que su partido sea útil al sistema, -y debe serlo-, tiene que cambiar el rumbo. Lo primero admitir que, es de sabios reconocer los errores. No tratar de esconderlos, de decir que eso no va con ellos, de defenderse con la vieja fórmula de “Y tú más”, de hacer mucho ruido para distraer la atención, de alimentar el conflicto territorial como estrategia electoral, de provocar indignación hacia la política, y sobre todo abandonar el descarado intento de controlar la Justicia. Todo lo contrario: favorecer que la Justicia limpie hasta el último rincón. Quizá sea un iluso, pero tengo el convencimiento de que la democracia los necesita. Aunque no lo compartamos, es útil una alternativa que consolide la democracia.