Meses y meses hablando del 28-M; demasiado tiempo con el punto de mira puesto en el 28 de mayo. Ya estamos en el día siguiente. ¿Y ahora qué? Ahora resulta que todos han ganado; todos muy contentos. Todos, menos España. España ha perdido. Quizá se hayan celebrado las elecciones con mayor ambiente de crispación. Pero sobre todo con una clara intención de dirigirse al “trumpismo” por parte de algunos. Empezó en Estados Unidos con Donald Trump; se extendió a Brasil con Bolsonaro, y ahora parece que algunos están dispuestos a importarlo a España.
Donde ganan, ha sido una victoria limpia como consecuencia de las políticas destructivas de Pedro Sánchez, y allá donde pierden ha sido como consecuencia de un pucherazo. “Se empieza con el pucherazo, se continúa con “Que te vote Txapote” en un colegio electoral, y termina, -esperemos que no-, con la invasión de las instituciones del Estado. La semilla está sembrada, veremos si prospera o no.
En todo este larguísimo tiempo de precampaña y campaña, no se ha debatido de izquierda o derecha, de progresismo o conservadurismo, de lo público o lo privado, de recortes o expansión, de subir o no los salarios y las pensiones. No se habla de como evitar la corrupción, no se han tocado los problemas de la gente de mi pueblo o de mi autonomía. No. Solo nos ha interesado hablar de ETA, de Bildu, del independentismo, del patrioterismo de bandera, de “Espáña”, de la ruina que nos ha traído Sánchez.