Educar no es adoctrinar
Resulta sorprendente tener que aclarar conceptos que no solo se confunden y se mezclan por ignorancia, sino que en ocasiones se confunden con mala fe, se confunden por motivaciones interesadas. Enseñar, inculcar, fomentar valores universales como la libertad, la tolerancia, la solidaridad, o el respeto a diferente, es educar. Es hacer mejor a la persona, es facilitar la convivencia. Independientemente de sus creencias religiosas o políticas; independientemente de los conflictos en los que se encuentren sumidos. Educar es enseñar valores universales.
Adoctrinar, como revela el propio vocablo, es enseñar una doctrina. Y los valores que se inculcan desde una determinada doctrina se dirigen a defender unos valores enmarcados solo en el ámbito de esa doctrina. Cuando se habla de “Educación para la Ciudadanía”, o “Educar en civismo” estamos a años luz de lo que se conoce como adoctrinamiento; y quienes hablan de adoctrinar cuando lo que se están defendiendo son valores universales está mal interpretando los conceptos. Pero vayamos a la Educación, que es lo que preocupa, en todos los ámbitos.
En el ámbito de la familia, de los pueblos, de España y de Europa, existe una enorme preocupación por la Educación en civismo. Por ello se está tratando de crear espacios comunes para afrontar la deficiencia en Educación Cívica, de manera muy especial en la juventud. “El Espacio Europeo para la Educación Ciudadana” se propone fijar en el Consejo de Europa una estrategia para 2024-2030, con el objetivo de establecer un marco integral que aborde los desafíos en esta materia.
La toma en consideración a nivel europeo, nos indica que no se trata de un asunto baladí. Es un asunto clave que debe tomarse dentro del proyecto curricular de los centros educativos. Necesario, pero no suficiente. Hay que concienciar a la sociedad de que los ciudadanos, de hoy y del futuro, deben estar formados para hacer frente al populismo que nos invade, y que solo se frenará con el conocimiento y convencimiento de que es la propia ciudadanía la única que tiene la capacidad de evitarlo. Podemos discrepar en los procedimientos; pero no en la necesidad urgente. No es problema de derechas o de izquierdas, es problema de la democracia; es problema de Estado.
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