Educación para la democracia

El problema que nos acecha es tan grave y tan palmario, que sobrepasa todos los límites. Ya no es un problema de España, es un problema de la civilización occidental; y por tanto debemos ir al convencimiento y al consenso de actuaciones en espacios mayores. Lo tenemos muy próximo: Europa. Más espacio geográfico y más espacio ideológico. Un proyecto común de “Educación para la democracia” debe llevarse a cabo desde todos los colores ideológicos. No puede ser un proyecto desarrollado desde el progresismo; tienen que intervenir también los partidos conservadores. No es izquierda frente a derecha. Está en juego la democracia; y eso interesa a todos.

En España, la derecha se ha colocado claramente del lado de la ultraderecha. Lo hemos visto, al sustituir las leyes e iniciativas de “memoria histórica” por otras, falsamente llamadas “ley de concordia”, que no es otra cosa que eliminar la memoria del pasado. Conocer el pasado, es dirigirse al futuro; conocer el pasado es evitar que se repitan los errores; conocer el pasado es “Educación para la democracia”.

La sociedad en su totalidad, y la juventud de manera muy especial, tienen que estar dotadas de un sistema, de educación permanente, para actuar en defensa y promoción de los derechos humanos, de la democracia y del Estado de derecho; para actuar como ciudadanos activos, participando eficazmente en una cultura de democracia; pero sobre todo para vivir pacíficamente con otros en sociedades culturalmente diversas. Si queremos que triunfe, no puede ser exclusiva de un determinado pensamiento ideológico.

En un mundo multicultural, es absurdo poner en marcha sistemas que obedezcan, solo a una determinada manera de pensar. Lo que se pretende, lo que necesitamos imperiosamente, es un sistema basado en la tolerancia al diferente. Es la única forma de convivir pacíficamente, de terminar de una vez por todas con los enfrentamientos absurdos, motivados por intereses exclusivistas. Defensa de valores, sí; pero valores universales. España y Europa están obligadas a ser modelo y referencia de una “Educación para la democracia”, que defienda los derechos humanos, mediante un sistema crítico y participativo.

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