Todo el mundo hace balance. Es momento de echar cuentas; de mirar atrás, de hacer examen de conciencia. ¿Para satisfacción? O ¿Para dibujar el futuro? Un balance sin una proyección de futuro, no va a ninguna parte. Se quedaría en una simple curiosidad, con más o menos satisfacción. Por tanto: balance, SÍ; pero cumpliendo dos condiciones: Con mucha honestidad, sin hacer trampas de solitario, y que tenga una utilidad. Los balances que solo miran a poner verde al adversario no conducen a nada; solo sirven para crear crispación, y de eso ya tenemos bastante.
En cuanto a la política exterior, en contra de las falaces acusaciones de que el Gobierno de España hace el ridículo fuera de casa, y que España, desde la deslealtad más absoluta, ha perdido peso internacional, creo honestamente que su papel ha resultado enormemente positivo. En Europa y fuera de Europa. El segundo semestre del año que acaba, ha desempeñado la presidencia de la Unión Europea, con un papel que está siendo elogiado desde todos los ámbitos, incluso desde otros partidos que nada tiene que ver con los que firman la coalición de Gobierno.
Sirva como botón de muestra, que el Consejo de Europa bajo la presidencia de España, ha logrado un pacto migratorio, se ha reformado el mercado eléctrico muy golpeado por la Guerra de Putin, se han puesto en marcha reglas fiscales que dejan atrás los recortes y la austeridad, se ha emprendido, sin marcha atrás, medidas medioambientales para la lucha contra el cambio climático que algunos niegan, y leyes encaminadas a mejorar el bienestar social de los ciudadanos europeos. Entre otras hasta batir el récord de 71 acuerdos y regulaciones. Récord en cuanto a número de acuerdos y regulaciones, pero al tiempo, medidas de gran calado que van a dejar la impronta de un antes y un después en la historia de Europa.
Y en política doméstica destacan con todo mérito la valiente decisión de adelantar las elecciones, que Sánchez no tenía previsto, -lo decidió la noche electoral-, ante la perspectiva de la formación de gobiernos de la derecha con la ultraderecha; algo que en beneficio de la democracia había que frenar, sí o sí. Y en otro orden, siguiendo la linea de los indultos, la no menos valiente, y nunca deseada, “ley de amnistía” con vistas a continuar mejorando la convivencia entre españoles.