Condenar la violencia
Las palabras de Otxandiano, candidato de Bildu, han dado mucho que hablar. Todo parece indicar que algunos se pasan el día con el periscopio alzado para ver el fallo en que pueden pillar al adversario. Es la política del enfrentamiento, es la política de la crispación, es la política falta de propuestas. Aquí te pillo, aquí te mato. Bildu, además de ser un partido político es un fenómeno sociológico que define muy bien el cambio que ha experimentado el País Vasco en los últimos años. Ya estará alguno pensando: este defiende a los herederos de ETA. Pues no. Trato de posicionarme con libertad, honestidad y sosiego.
Las palabras de Otxandiano no han sido nada afortunadas. O se ha expresado mal, o es de los que aún siguen posicionados lejos de condenar el terrorismo de ETA. Es la asignatura pendiente de una parte de la izquierda abertzale. Les falta reconocer que ETA fue una banda terrorista y condenar sus asesinatos. No pasa nada. Es la cruda verdad. Cuando eso llegue se habrá culminado el proceso. Pero eso no impide, no debe impedir, que veamos el lado positivo que representa EH Bildu en la política vasca y española. Bildu tiene una gran capacidad para acoger personas de muy distinta procedencia.
En Bildu están los que un día, no muy lejano, estaban con ETA; están miembros de otros partidos que se disolvieron con el cambio político; los hay incluso del bando sindical; de muchas procedencias, pero con un denominador común: “La renuncia a la violencia para hacer política. Y eso debe suponer desde los demócratas un avance histórico y un respeto merecido. Compartamos o no, sus posiciones ideológicas, deben ser tratados con el mismo respeto que los demás. Incluso yo añadiría que con el orgullo y satisfacción de que hayan renunciado a la violencia como la sociedad les reclamaba. Contentos de que así sea.
La paradoja que nos estamos encontrando estos días es que desde una derecha intolerante reclaman que condenen el terrorismo. Tienen derecho y razón para hacerlo. Pero se olvidan, precisamente los que en este momento justifican, blanquean y olvidan el genocidio del franquismo bajo un sonrojante título de “La ley de la concordia” ¡Qué disparate! Eso también es una asignatura pendiente de nuestra democracia. La memoria histórica, todas las memorias, son imprescindibles para avanzar en el camino de la convivencia.
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