Se están oyendo estos días, después del cara a cara de Sánchez y Feijóo en el Senado, la semana pasada, comentarios en el sentido de poner en duda si Alberto Núñez Feijóo tiene la categoría suficiente para dirigir el principal partido de la oposición. Ya se dijo también de Pablo Casado. No es bueno para España que la derecha democrática esté siempre en entredicho; que se encuentre un tanto desnortada, perdida en el espacio político que debería ocupar.
A mí, también me ha decepcionado la figura de Feijóo. Tuve la sensación de que por fin la derecha había encontrado el líder liberal, conservador y democristiano; un líder de derecha democrática moderna y avanzada, al estilo de los partidos conservadores europeos. Pero no ha sido así. El Partido Popular debe pensar, antes que en gobernar, en forjar el partido libre que necesita España. Una democracia estable necesita alternativas serias, con un proyecto claro y una actitud constructiva. No se puede aspirar a gobernar sin otro objetivo que cargarse al Gobierno de su país.
Pero ¿en manos de quién está esta operación? Un partido que se mueve en la dinámica de poner en pie un auditorio, aplaudiendo a rabiar, al escuchar de boca de algún dirigente suyo una barbaridad denigrante e impresentable no está en condiciones de ser alternativa. Los auditorios deben aplaudir cuando se oiga una verdad aplastante, un mensaje ilusionante, algo que los identifique. Aplaudir cuando oyen que “Sánchez tiene un plan oculto para imponer una dictadura bolivariana” no es de recibo.
Votar por sistema en contra de propuestas que mejoran claramente la vida de los españoles revela algo que me niego a calificar. Prometer cuestiones como bajar impuestos, cuando ellos hicieron lo contrario, es engañoso. Sembrar la sospecha de que ocultan su intención de privatizar todo para desmantelar lo público en favor de lo privado, es muy peligroso. Y en lugar de apoyar la política exterior, y los demás temas de estado, como hacen los partidos democráticos, van por el mundo lanzando mensajes para desprestigiar al Gobierno de su país. Cuando el PP encuentre la persona liberada de estos errores y de toda atadura populista y ultraderechista, habrá encontrado al líder que todos deseamos.
Julio García-Casarrubios Sainz