Anomalía democrática
Que el Gobierno presuma de lo bien que lo ha hecho y que la oposición recrimine lo mal que lo hace el Gobierno, entra dentro de lo normal en el debate democrático. Que el Gobierno destaque los aspectos positivos y que la oposición lo haga en los más negativos, es como ver el vaso medio lleno o medio vacío. Pero otra cosa muy distinta es la manera de decirlo, las formas; otra cosa es la negación total y absoluta, sin mezcla de bien alguno; otra cosa es la exageración rayana en el ridículo.
Si el Gobierno dice que España está en vías de una recuperación, tiene razón; y si la oposición le reprocha que el ritmo de esa recuperación en menor que en el resto de Europa también tiene razón; es el vaso medio lleno, o medio vacío. Lo que es impresentable es decir que España está en la ruina. Que la oposición centre su punto de vista en el bajo ritmo de este año, y el Gobierno lo haga en la previsión de los organismos internacionales que vaticinan un crecimiento más rápido que los demás países, es humanamente razonable; pero de ahí a decir que España se dirige al caos, es una grosera exageración, tan fuera de tono, que se hace poco creíble.
La oposición, si así lo cree, tiene el derecho y el deber de criticar si las cuentas del Gobierno no salen; pero también tiene la obligación democrática de presentar otras mejores y más creíbles. Y tiene que demostrar porqué las cuentas no salen. No puede estar diciendo que “cuando gobierna el partido socialista sube el déficit y la deuda, para después tenerlo que arreglar ellos cuando llegan al Gobierno”. No. No se pueden poner argumentos basados en falsedades y falacias. Todo el que quiera saberlo, sabe que los gobiernos de Rajoy no cumplieron el déficit marcado por Europa ningún año y que la deuda aumentó en 30 puntos porcentuales del PIB.
Y es que viene siendo una anomalía democrática sembrar crispación y polarización siempre que gobierna la izquierda en España. Siempre; desde los años noventa. Pero además, en esta ocasión, se sienten obligados a esa estrategia, por dos razones evidentes: Porque el modelo liberal, el milagro económico de Rato, ha hecho aguas por todos los costados; y porque se impone la necesidad de hacer mucho ruido para esconder, lo que nunca debieron hacer. Y digo más: Les dé, o no, resultado electoral no deja de ser una anomalía democrática.