Afianzar el futuro
El 40º Congreso del PSOE, puede resumirse en tres puntos, tres palabras: Unidad, historia y futuro. Perfecto. El PSOE ha dado una lección política de lo que debe ser un congreso. Un congreso o una convención no debe limitarse a escenificar un espectacular mitin, para, como mucho, afianzar el liderazgo de su número uno. Hay que llenarlo de contenido ideológico, y de respuestas a los problemas de una sociedad que, expectante, observa cómo trabajan sus representantes.
Unidad. Ya era hora de que dirigentes, militantes, y seguidores, reconozcan por aclamación a quien ganó las elecciones para dirigir el partido. Una rectificación en toda regla. No puede volver a ocurrir que aquellos que apostaron por otro candidato, se enfaden, y se dediquen a ponerle todos los obstáculos a su alcance. Unidad de una izquierda, en torno a una socialdemocracia como fórmula insustituible, para el desarrollo de su tarea. Y unidad para trabajar con inteligencia, valentía y tolerancia, en la unión de todas las izquierdas.
Historia. No existe hoy, en el panorama político, una organización con una historia similar. Larga historia; va para siglo y medio, que no es poco. Pero además, una historia cargada de contenido. En todos los grandes avances sociales ha estado presente. Fue, entre otros, uno de los artífices de la transición de la dictadura a la democracia; fue protagonista de la incorporación de España a las instituciones de las que siempre habíamos estado separados; fue el iniciador de los sentimientos de solidaridad y cohesión en Europa; fue quien introdujo en España la universalidad de la educación y la sanidad; y nadie puede negar haber sido el más firme impulsor de derechos, libertades, igualdad y bienestar social.
Y futuro. Proyectar un futuro con el punto de mira en la socialdemocracia. Sin viajes a ninguna parte. Los viajes al centro son ir al vacío. En el centro no hay nada. El centro político no existe. Es un viaje engañoso hacia un lugar donde se sitúan aquellos que, o no saben lo que quieren, o lo que quieren es algo no confesable, -y que todos conocemos muy bien-. Centro no; moderación sí. Moderación, diálogo, consenso, y una buena dosis de honestidad y tolerancia. Todo ello con una fuerte unidad y sin olvidar la parte de la historia que ha conducido a los grandes avances.
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