El General Invierno
El General Invierno no llega. No hay heladas, ni frío y, por eso, no tiritan las palabras ni las razones. La apatía del calor se ha instalado en las aceras y, aunque se agradece el sol, todos sabemos que está calentando a destiempo. Posiblemente el General Invierno no llega porque está cambiando el clima sin que ello signifique que haya un cambio climático originado por la conducta humana. El principal argumento por el que se niega la existencia del cambio climático consiste en que las estaciones se equivocan de estación en el calendario, solo porque el clima cambia por sí mismo sin que la intervención humana haya sido determinante del calentamiento global. A lo mejor el efecto invernadero no es un efecto sino una manía de nuestra atmósfera que se ha rebelado quitándose una de sus capas.
Los sabios sabrán. A lo mejor han estudiado la misma Climatología Física quienes afirman la existencia del cambio climático que quienes la niegan, es decir, ninguna. Por eso hay que insistir en que los sabios sabrán. Pero el General Invierno no llega. Y no se hiela el campo, ni se nos ve ese mágico vaho de cada exhalación, ni el frío cala los huesos, salvo para quienes tienen el alma en el esqueleto y frío en el corazón.
Nada más poderoso para un General necio que el frío. Napoleón fue vencido por el invierno ruso y Hitler también. Y es que hay generales con el orgullo entaconado, con andamios en la barbilla y brillos de falsa astucia en la mirada que necesitan que se les escarchen los galones. Se necesitan puntiagudos témpanos para la soberbia sin causa de tanto Narciso. Se requieren sabañones para las estimas sobradas. Pero el General Invierno no llega. El invierno que adormece, el invierno de cueva y adormidera. El invierno de los osos y las marmotas. El frío es una parada en la que se recompone la vida, se ordenan los armarios y se aclaran el aire y las ideas. Poner las pasiones a hibernar y reconstituir con calma los desórdenes que dejan las hojas caídas. Igualar la vida, hacer tabla rasa, partir de cero, calcular el nuevo punto de partida, esas son las frías manías del General Invierno.
A lo mejor no hay cambio climático provocado por el hombre (y por la mujer) y lo que ocurre tan solo es que cambia el clima. Sin embargo, resulta estremecedora la imagen distópica de que podamos ver algún día la tierra descubierta de los dos polos de la Tierra. Ese día negro en que se haya marchado el hielo de los polos y el agua de los mares no pueda dar explicaciones. Desde que el General Invierno no llega hay quien habla de la glaciación del Cuaternario como si hubiera estado allí y como si conocieran de primera mano la génesis de la nieve. Solo los sabios lo saben. Sin embargo, hemos de decir que el invierno se conoce bien cuando se enseña la nieve a una niña por primera vez y, enfadada porque no puede guardarse los copos en el bolsillo, se queda con la mano extendida mirando en paz su primera nevada.