¿Qué libertad?

Texto de:  Ángel Luis Rivas Lado. Profesor de Filosofía

¡Queremos más bolas en los futbolines! ¡Queremos los donuts sin agujerito!

Consignas revolucionarias oídas en una manifestación ácrata en Santiago de Compostela en 1977.

 

Es bien conocida la anécdota, no tan anecdótica, y sí muy reveladora…Francisco de los Ríos viaja a la Unión Soviética en 1920 y se entrevista con Lenin. Le inquiere, ingenuamente, acerca de los plazos que han de cumplirse para que los camaradas soviéticos tengan libertad… «¿Libertad para qué?», le espeta Vladímir Ilich Uliánov…

No hace falta decir más…Si hay que preguntar para qué pueden querer libertad los ciudadanos soviéticos, es porque se planea no concedérsela nunca. La pregunta «¿para qué se quiere la libertad?» conlleva implícita la pregunta por su esencia misma, «¿qué es la libertad?», y si la respuesta tiene varios aspectos (como es de esperar dada su enormidad conceptual) , exigirá antes o después una apuesta. Apuesta por una preferencia en la definición que, parafraseando a Arnold Gehlen, no podrá ser puramente teórica. Dependiendo de cuál nos resulte más convincente, «se oirá muy distintos tipos de mandatos dentro de uno mismo» (A. Gehlen: El hombre. Su naturaleza y su lugar en el mundo. Ed, Sígueme, 1980, p. 9). Alexis de Tocqueville (1836): la noción moderna, democrática y justa de la libertad implica que «cada hombre que haya recibido de la naturaleza las luces necesarias para conducirse, adquiere al nacer un derecho igual e imprescriptible a vivir independiente de sus semejantes, en todo aquello que le concierne sólo a sí mismo, y a organizar a su parecer su propio destino» (citado por Raymond Aron en Ensayo sobre las libertades, 1965; trad. de Ricardo Ciudad Andreu, Círculo de lectores, 1999, p. 30). Comenta Aron que esta definición de la libertad la hace indeterminada («sólo le concierne a sí mismo» [al sujeto en cuestión]) y, a la vez, negativa (por la condición de independiente del sujeto libre, freedom from en inglés en la conferencia original, «libertad de…») y positiva (freedom to, «libertad para…»). Según Tocqueville, en la lectura de Aron, la libertad negativa y la positiva se sintetizan en la «libertad política», es decir, «la participación del ciudadano en la administración de los asuntos locales y en la gestión de lo político» (ibídem, p. 31). Las ideas de libertad negativa y positiva son brillantemente analizadas y expuestas conceptual e históricamente por Isaiah Berlin en su ensayo «Dos conceptos de libertad» (trad. de Julio Bayón, Círculo de Lectores, 1999 —el mismo volumen que incluye los textos de Aron—). En definitiva, y en román paladino, la libertad negativa es aquella de la que disfrutamos cuando nos dejan en paz para pensar (en todo caso), decir (incluyendo aquello que pueda molestar a otros) y hacer (sin dañar a nadie) lo que nos parezca bien y nadie se empeña en juzgar y modificar nuestra forma de vivir. La libertad positiva es aquella por la que podemos participar en los asuntos públicos. Negativa: NO se nos impide pensar, decir y hacer. Positiva: SÍ podemos participar.

Por supuesto, el tema de la libertad es, desde cualquier punto de vista, complejísimo, inabarcable…Piense el lector en esta otra anécdota, del lejano 1977 (experiencia personal, en la misma ocasión mencionada en la cabecera). Un engolado, engominado y «abigotitado» (el lector veterano lo entiende: los del «bigotito»…) caballero, viejuno, muy viejuno, grita desaforadamente a los ácratas que corren delante de los «grises» (salvo uno, que, despistado, se vio en la cabeza de la manifestación y corría que se las pelaba delante de los manifestantes…que ni lo veían, ocupados como estaban en tan sensatas reclamaciones) el por entonces muy socorrido lema «¡¡esto no es libertad, esto es libertinaje!!». Uno de los peligrosísimos jugadores de futbolín devoradores insatisfechos de donuts, talludito, por cierto, frena en seco y, arriesgándose al porrazo, se toma su tiempo para decirle al demócrata-de-toda-la-vida: «Pues ni libertad, ni libertinaje, ¡¡libertinismo!!». 

Hace 43 años de esto, y quizá no se haya ido aún a comprobar la levedad de la tierra…si anduviese por ahí, quizá se le podría fichar como asesor para un partido sensatamente democrático y libertario. O libertino, con un par… ¿Se lo imagina el lector? PSDL…hasta suena bien…