Entre el 7 y el 28 de octubre de 2023, España entró en una época caracterizada por el ridículo y la vergüenza, provocados por un gobierno formado a partir de un partido político, el PSOE, y una coalición, Sumar, cuyo núcleo principal es identificable con Podemos. Un gobierno social-comunista. Recuérdese: en las elecciones del 23 de julio el PP ganó al PSOE y VOX ganó a Sumar. El futuro gobierno de España pasaba por alguna fórmula que permitiese una alianza PP-VOX o alguna otra que diese paso a una renovación del gobierno actual (llamado Frónkonstin en esta columna hace un tiempo…). Aquella se reveló imposible desde el primer momento y esta dependía del apoyo de todos los nacionalistas del espectro parlamentario. Y así ha seguido el asunto hasta el momento de redactarse estas líneas. Núñez Feijóo intentó una investidura en la que las intervenciones del PSOE (Óscar Puente) y Sumar (Marta Lois y algún satélite) fueron, sencillamente, penosas y lamentables. La fecha fue establecida por la presidenta del Congreso inmediatamente después de la propuesta del Jefe del Estado, quien se decidió por el candidato más votado en las elecciones del 23 de julio. Establecida esa mecánica, tras el fracaso de Feijóo la lógica impone al segundo candidato más votado, Pedro Sánchez, y así fue propuesto por Felipe VI. Cuando se escribe esta columna, nada se sabe de la fecha de la segunda sesión de investidura. Sánchez y Armengol están aplazando la decisión para aproximarla al máximo al final del plazo (dos meses desde la primera votación sobre Feijóo) y así evitar que Abascal tenga una oportunidad de intentarlo, algo perfectamente posible con el artículo 99 de la Constitución en la mano. Si no se supiese vicepresidenta del Frónkonstin in pectore, Yolanda Díaz debería estar muy enfadada, triste e infeliz, porque la estrategia Sánchez-Armengol le cierra el paso a ella misma para intentar una cuarta sesión de investidura, tras el más que previsible fracaso de Abascal. Teniendo en cuenta que ha sido ella la que más carne ha puesto en el asador en las negociaciones con Puigdemont y que siempre que tiene ocasión manifiesta su proximidad a los presupuestos nacionalistas (por su condición de «galega»…), no sería tan raro que, allí donde pudiera fracasar Sánchez, terminase triunfando ella…y, hala, Primera Presidenta del Gobierno de España por la Gracia de Puigdemont. Eso, dando por supuesto que la rama Podemos de Sumar le apoyase en la votación, algo que quedaría garantizado con la promesa de tres o cuatro ministerios, empezando por los de Ione Belarra e Irene Montero, y alguna oferta que no pudiera rechazar a la amiga del alma de Díaz, Marta Lois, presidenta de Sumar y portavoz parlamentaria, «una recién llegada», «un error» de Díaz, según Belarra…
Los criminales e inhumanos ataques del grupo terrorista islamista Hamas del 7 de octubre contra Israel han sacado a la superficie de una manera más obscena aún de lo habitual la repugnante catadura moral de ciertos miembros del gobierno en funciones de España, ante la tibia respuesta e incluso implícito apoyo del resto. Las inconcebibles e insoportables respuestas de las comunazis Yolanda Díaz e Ione Belarra no fueron desautorizadas con la rotundidad que se puede exigir a la Presidencia del Gobierno en funciones, obviamente por la necesidad de conservar los votos que pueden confirmar el statu quo. En román paladino: Pedro no le dice nada a Yolanda porque necesita sus votos. Y Yolanda dice lo que quiere porque se sabe vicepresidenta. Y, establecido este presupuesto, Yolanda, La Octava Pasajera, puede llegar a decir las más delirantes tonterías que ha podido decir cualquier persona implicada en la política española, incluyendo algunas relativas al papel que debe adoptar España ante la crisis Israel-Palestina. Pedro Sánchez se ha ofrecido para mediar entre el estado de Israel y los representantes del pueblo palestino con vistas a solucionar el conflicto… en Barcelona, precisamente, lo que supondrá un desplazamiento del centro de poder de la capital del estado (Madrid) a la capital del «golpe de estado» (Barcelona). No el intento de secesión vía sedición de 2017 (que no fue, técnicamente, un «golpe de estado»), sino el actual vía ley de amnistía, referéndum de autodeterminación-independencia y financiación de la República de Catalunya vía 1º, la condonación de la deuda de Cataluña con el Estado español (en realidad, una mutualización a pagar por todos los ciudadanos españoles…) y 2º segundo, por el pago de la «deuda histórica del Estado español para con Catalunya», que los nacionalistas han cifrado en la minucia de 450.000 millones de euros. Casi medio billón de euros… Y pretenden mediar en la negociación para la creación de un estado palestino precisamente en Barcelona. A partir de ahí, ¿quién podría negarle a Catalunya un estado propio?
Por cierto: ¿qué sucedería con los ciudadanos españoles catalanes en caso de que el resultado del referéndum «a la escocesa» que pide el Honorable Presidente de la Generalitat fuese favorable a la independencia? ¿Se les expulsaría de Catalunya? ¿Se convertiría el Poble espanyol en un ghetto y se les encerraría en él? ¿Se les concentraría en campos? ¿Qué solución final propondría Pere Aragonés para los españoles no nacionalistas residentes en Catalunya? ¿Algo similar a lo que están proponiendo los más recalcitrantes propalestinos antisionistas de todo el mundo?
Cuando hace ya meses Yolanda Díaz se manifestaba favorable a la amnistía; cuando hablaba de la necesidad de «reabrir el debate territorial» para cerrar heridas y resolver conflictos; cuando insistía en revisar la injusta financiación autonómica, Pedro Sánchez callaba…Ahora ha hablado. En la «Intervención inicial del secretario general del PSOE» ante el Comité Federal del 28 de octubre, entre otras cositas curiosas, dijo:
«Por mucho empeño que pusiera, jamás haría cambiar la opinión a los que piensan que esta propuesta nace exclusivamente de la necesidad que es contar con los votos para alcanzar la investidura. Sé que tampoco haré cambiar la opinión de quienes se sienten más cómodos viviendo en el bucle de 2017. A quienes miran con nostalgia un tiempo de crispación, de odio y de barricadas, como sufrimos en Cataluña. A todos ellos y a todas ellas quiero decirles que el coraje también se manifiesta a veces haciendo realidad un dicho español bien sencillo y bien cierto, y es que hay que hacer de la necesidad virtud. De la necesidad virtud: porque esta es la única vía posible para que haya un gobierno en España y no dar a Feijoo y a Abascal una segunda oportunidad de formar un gobierno que nos haría retroceder décadas en sólo unos años».
Cualquier lector mínimamente entrenado en el comentario de texto reconoce al instante la contradicción entre los dos tramos que se han destacado en negrita: la amnistía que «en el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles», defiende ahora «en Cataluña» Pedro Sánchez no nace «exclusivamente de la necesidad que es contar con los votos para alcanzar la investidura», pero con «coraje […] hay que hacer de la necesidad virtud». 1º: No es «en nombre de España», es en nombre de Sánchez y el PSOE; 2º: el «interés de España», según Sánchez, depende de y se asimila al interés de los nacionalistas catalanes y vascos, y algún fleco gallego, de ultraderecha y ultraizquierda, y eso, oiga usted, no está tan claro; 3º: la convivencia entre españoles no se garantiza amnistiando a nacionalistas catalanes que odian a España y desprecian a los españoles…incluidos, no, sobre todo, a los españoles catalanes no nacionalistas; 4º: no es solo «en Cataluña»: después vendrá la amnistía «en el País Vasco», la independencia de Euskal Herria (¿y qué se hace con los españoles vascos que no quieren la independencia del País Vasco?), y 5º ¿¡Qué tontería es esa de que «hay que hacer de la necesidad virtud»!? Vamos a ver, hombre…
No se puede usar una falacia argumentativa (y presumir de ella como una forma de «coraje»…) basada en una mentira y una racionalización (en el sentido psicoanalítico) y venderla como una respuesta política inteligente y una barrera («la última línea de defensa») contra el resultado de unas posibles nuevas elecciones en las que el pueblo español se pueda equivocar y elegir un gobierno «de derechas». La expresión «hacer de la necesidad virtud» se emplea para refutar un argumento, no para reforzarlo: quien confiesa que está «haciendo de la necesidad virtud admite» que su argumento no tiene fuerza lógica y quiere hacerlo pasar por bueno traduciéndolo en términos morales o cívicos. Es una derivación de la falacia naturalista (pasar del ser ―necesidad de los votos para gobernar― al deber ser ―la amnistía es una obligación cívico-político-jurídica y un acto de justicia y reparación―) que, en una segunda fase, se convierte en una falacia moralista (pasar del deber ser ―«la amnistía es justa y necesaria»― al ser ―«hágase la amnistía por la voluntad del Gobierno»→), incurriendo así en la falacia, más general, del círculo vicioso: SER → DEBER SER →SER. Y el colmo se alcanza al combinarlas con otra falacia, más perversa aún, porque se apoya en el preámbulo de la Constitución (la ley como «expresión de la voluntad popular»):
1º) En campaña prometemos X;
2º) «ganamos» porque los votantes se creen X;
3º) hacemos NO-X y
4º) justificamos NO-X porque hemos «ganado» por «expresión de la voluntad popular».
Al presentar y defender la amnistía a los sediciosos de 2017 (la «década pasada», dice Sánchez ante sus sonrientes y aplaudientes conmilitones del Comité Federal) se atreve a decir, así, con un par, que la amnistía no es un fin en sí mismo. Como si fuese necesario decirlo… La amnistía es un medio para conseguir el supremo fin: evitar nuevas elecciones y repetir en el gobierno. Un fin que, para Sánchez, justifica cualquier medio. Está muy mal aconsejado, este Sánchez: si quiere convencer a la ciudadanía de la bondad y la justicia de la amnistía, deberían esforzarse, él y su equipo, en demostrar con argumentos lógicos, morales, cívicos, políticos y jurídicos que la amnistía sí es un fin en sí mismo para el cual hay que poner en marcha todos los medios al alcance de la sociedad española, con vistas a «apaciguar» a la sociedad catalana. Pero como eso no cuela…
Efectivamente, Sánchez y el PSOE están haciendo de la necesidad virtud para demostrar que el fin justifica los medios…a mayor gloria de Yolanda Díaz. Qué ridículo y qué vergüenza.
Post Scriptum:
Propuesta a quien esté leyendo esto: Oriana Fallaci: La rabia y el orgullo y La fuerza de la razón (La Esfera de los Libros, 2002 y 2004, respectivamente).