Amor constante…y sonante
Nowdon’thangon
Nothinglastsforeverbuttheearth and sky
It slips away
And allyourmoneywon’tanother minute buy…
Kansas Dust in thewind (1977)
«Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece»
(Francisco Franco Bahamonde, 1 de octubre de 1975, Plaza de Oriente, Madrid).
Irene Lozano, verosímilmente, ha escrito una «carta a la ciudadanía» que, como es habitual, ha firmado Pedro Sánchez para publicarla en X. A ver qué dice, y si hay algo que comentar [en negrita y entre corchetes]:
Carta a la ciudadanía:
No suele ser habitual [Redundancia: «No suelo…» o «no es habitual…», pero no las dos fórmulas fusionadas] que me dirija a usted a través de una carta [no es una carta: es un tuit o pío]. Sin embargo, la gravedad de los ataques que estamos recibiendo mi esposa y yo, y la necesidad de dar una respuesta sosegada, me hacen pensar que esta es la mejor vía para expresar mi opinión [No: el Presidente del Gobierno de España debe comunicar sus decisiones, y solo sus decisiones, no sus sentimientos, que no le interesan a la ciudadanía, por los cauces oficiales, aunque solo sea porque no toda la ciudadanía maneja, porque no puede o no quiere, la red social X]. Le agradezco, por tanto, que tome un poco de su tiempo para leer estas líneas.
Como ya sabrá, y si no le informo [fórmula bastante vulgarota], un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer [arriba: «esposa», más formal], Begoña Gómez, a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias, para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios.
Por lo que parece, el juez llamará a declarar a los responsables de dos cabeceras digitales que han venido publicando sobre este asunto. En mi opinión [un Presidente del Gobierno, dirigiéndose a la ciudadanía, no tiene opinión personal, solo informaciones que comunicar], son medios de marcada orientación derechista y ultraderechista [y, si es así, están en su derecho democrático, pues solo faltaría…]. Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos [¿son «hechos»?] tan escandalosos en apariencia, como inexistentes [Los hechos no existen o no existen, existen o no existen las cosas].
En efecto, la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras [Pésima metáfora: dos cabeceras no pueden formar metafóricamente una constelación, como dos estrellas no pueden literalmente] arriba referida. Subrayo lo de supuestas informaciones [se debe entrecomillar la expresión mencionada:«supuestas informaciones»] porque, tras su publicación, hemos ido desmintiendo las falsedades vertidas al tiempo que Begoña ha emprendido acciones legales para que esos mismos digitales rectifiquen lo que, sostenemos, son informaciones espurias.
Esta estrategia de acoso y derribo lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista [«dos cabeceras» son, primero, «una constelación» y ahora «una galaxia»; el asesor astronómico (o astrológico…) de Sánchez no anda muy fino…] y la organización Manos Limpias. De hecho, fue el Sr. Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público.
La denuncia fue archivada doblemente por dicho organismo [extraordinariamente imparcial, como todo el mundo sabe…], cuyos funcionarios fueron descalificados posteriormente por la dirigencia del PP y de Vox. Seguidamente, instrumentalizaron su mayoría conservadora en el Senado, impulsaron [sic; falta «e»] una comisión de investigación para, según dicen, esclarecer los hechos relacionados con este asunto. Como es lógico [efectivamente, es lógico…], faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar [con toda la lógica…].
En resumen, se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire [pésima metáfora], para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa.
No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña [codirectora de una cátedra universitaria de perfil «académico» absurdo (¡¡de la Complutense!!) sin tener ni siquiera una licenciatura universitaria homologable] no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso [no, no lo saben, y por eso lo denuncian, como es su derecho y su obligación cívica], sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento [primer ataque de narcisismo autoimportante]: una opción política progresista [que pacta con el nacionalismo ultraconservador y la ultraizquierda vascos y catalanes], respaldada elección tras elección por millones de españoles [con los últimos resultados electorales delante, esto es, sencillamente falso], basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática [más falsas aún las tres afirmaciones, con los números no falseados ni «cocinados» ante los ojos].
Esta lucha comenzó hace años. Primero, con la defensa que hicimos de la autonomía política de la organización que mejor representa a la España progresista, el Partido Socialista [que no depende de Junts per Catalunya, Esquerra Republicana, Eh Bildu y el PNV…vaya tela]. Pugna que ganamos [¿Contra quién?]. Segundo, tras la moción de censura y las sucesivas victorias electorales de 2019 [de victoria en victoria hasta la derrota final], el sostenido intento de deslegitimación del gobierno de coalición progresista al calor [¿¡!?] del ignominioso grito de [sobra la preposición] ‘que te vote Txapote’. Tampoco pudieron quebrarnos.
El último episodio fueron [anacoluto: «el último» (singular)-«fueron» (plural)] las elecciones generales del 23 de julio de 2023. El pueblo español votó mayoritariamente por el avance [seguro que sí, pero no por el PSOE y Sumar…], permitiendo la reedición de un gobierno de coalición progresista [con Sumar, partidillo catastrófico-oportunista liderado por la nada-con-gaseosa Yolanda Díaz, apoyada y coaccionada por los muy progresistas Junts, PNV ―ultraconservadores a machamartillo―, EH Bildu y Esquerra Republicana ―partidos comunistas, como si el comunismo fuese progresista…―], en contra del gobierno de coalición del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal que auguraban las baterías mediáticas y demoscópicas conservadoras.
La democracia habló [«la democracia» no habla: hablan los ciudadanos en un proceso democrático…], pero la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral. Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal [la capacidad para el cinismo de Irene Lozano-Pedro Sánchez no tiene límites].
Sin ningún rubor, el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal, y los intereses que a ellos les mueven, han puesto en marcha lo que el gran escritor italiano, Umberto Eco, llamó "la máquina del fango" [da grima leer una mención a Eco en un engendro lingüístico como este…]. Esto es, tratar de deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas.
Esta es mi lectura de la situación [pues hala, que Irene Lozano le escriba otra tesis doctoral…u otro «libro»] que vive nuestro querido país [al que odian sus progresistas socios]: una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España [¿qué «España»? ¿La de sus socios nacionalistas?], que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos; segundo, esconder su total ausencia de proyecto político más allá del insulto y la desinformación; y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político. Se trata de una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que se extiende a lo largo y ancho de las principales democracias occidentales, y a las que, le garantizo, responderé siempre desde la razón, la verdad y la educación [estas últimas líneas, por su mendacidad ―patología crónica en el abajo firmante―, se comentan por sí mismas].
Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente [porque él lo diga…] me hago es ¿merece la pena todo esto? [¿la pena de quién?] Sinceramente, no lo sé [por fin ¡una confesión honesta!]. Este ataque no tiene precedentes [sí los tiene, sí…por su parte], es tan grave y tan burdo que necesito parar [parar ¿qué?] y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida [se le olvidará a él; cree el ladrón…] que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado [cursi apelación a los sentimientos] de mi mujer [«esposa», más formal] que vive con impotencia [pues sí que es grave; nada, pastillitas azules…] el fango que sobre ella esparcen día sí y día también.
Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo [por eso no ha pactado nunca y nunca lo hará con los nacionalistas amantísimos, como él, de España…¿se puede ser más cínico..?]. Si [sic, por «sí», afirmativo, con tilde] lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos [por fin, una verdad: no pasa por los cargos, se los apropia a toda costa], hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero.
Todo ello me lleva a decirle que seguiré trabajando, pero que cancelaré mi agenda pública unos días [que se le retenga los haberes] para poder reflexionar y decidir qué camino tomar. El próximo lunes, 29 de abril, compareceré ante los medios de comunicación y daré a conocer mi decisión.
Gracias por su tiempo [de nada…literalmente, no por educación]. Atentamente,
Pedro Sánchez.
Pues nada, a comernos las uñas hasta que el Señor Presidente tenga a bien comunicarnos qué ha decidido. Si marcharse a la historia como el Calígula de Albert Camus o seguir rigiendo los destinos de «su querido país». Y mientras, sentadito en la poltrona viendo series, reflexionando y recibiendo todo tipo de adhesiones incondicionales, prietas las filas, recias, marciales, de sus allegados políticos y personales, «Pedro, por favor, no te vayas, ¿¡qué será de nosotros sin ti!?». Esta repulsiva estrategia de la captatiobenevolentiæpathetica («me voy porque se me ha hecho sufrir…a menos que, todos, me pidáis que me quede para salvar a España») destapa a un sujeto narcisista y necesitado de adoración. Y si es necesario, el domingo, a las doce, a la Plaza de Oriente en manifestación de adhesión incondicional al Líder, «¡Pedro, Pedro, Pedro, gracias a ti!».
Algo si tiene garantizado: el amor incondicional de Begoña, «su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado» (Quevedo ―el bueno, no el cantantillo paleto hortera ese de tanto éxito…―, «Amor constante, más allá de la muerte»).
Polvo en el viento…