Un dandi de más de 100 años vive en Valdepeñas
Jesús Escribano abre las puertas de su casa y la de sus recuerdos
Hace poco más de una semana Jesús soplaba 101 velas en su tarta de cumpleaños. Natural de Torrenueva, Jesús Escribano Lozano nos cuenta cómo ha sido su vida centenaria hasta el momento sin que se le mueva el sombrero porque como afirma el torreveño, la cabeza la tiene “como un chaval de 15 años”.
Y es que puede ser que el espíritu jovial que carga este dandi despiste a más de uno. Escribano asegura que la gente le dice que está “muy nuevo” y que se ha confundido, que no puede tener tanta edad. Indiferente a lo que diga la gente, Jesús celebró en Valdepeñas su cumpleaños con su familia, unos “aperitivillos” y una “limoná” (así se refiere el hombre al vino con gaseosa tal y como se dice en su pueblo).
Sin embargo, a pesar de que el presente de Jesús es tranquilo, no se olvida de sus orígenes: empezó a trabajar a la edad de siete años y ha tenido seis oficios. “Yo hacía siete sandalias para las mujeres al día, también he sido cazador y sin perro ni nada me lanzaba detrás de los perdigones porque yo siempre he corrido mucho”, destacaba el centenario. Aunque el trabajo que recuerda con más cariño es el arar con las mulas porque a él le encantan estos animales.
“Siempre me han encantao las mulas. Me cargaba una talega a la espalda de más de 20 kilos y lanzaba bien el grano para que no tuviesen en un sitio más pan que en otro y los animales iban detrás de mí arando”, narra Jesús.
Entre sus recuerdos también hay hueco para Valdepeñas donde trabajó varios años podando cepas y se queda con la gente que conoció porque era “buena y humilde”. Al final, el destino lo trajo de vuelta con esta gente hace ya más de 8 años. Empadronado en esta ciudad ha disfrutado muchas tardes de leer la prensa en lo que era el Hogar de Jubilado, aunque recalca que, cuando iba, nunca ha jugado a las cartas porque él no es un hombre jugador. Él solo lee porque a pesar de haber sido un hombre de campo, su padre se preocupó para enseñarle a leer y escribir. Ahora sus rodillas no le acompañan y hace tiempo que dejó de ir al que ahora se conoce como Centro de Mayores.
El único vicio que le queda a este dandi con sombrero es el agua. Desde que se mudó con sus hijos a Valdepeñas se lanzan en busca de olas siempre que puede y Jesús se tiene bien conocida la costa mediterránea. “Este año hemos estado en Benidorm, también he estado en Valencia y en Gandía”. Porque tras años y años “trabajando desde que el sol se ponía hasta que se ocultaba” y solo quitarse para ir a misa como ordenaba su madre, ahora Jesús dice con orgullo que es ingobernable. “Con la edad que tengo, usted cree que alguien me puede mandar”, dice riendo a cámara.
Agua, sombrero y algún que otro refrigerio es lo que le pide el cuerpo a Jesús. Su hija, Vence, confiesa que su padre siempre ha sido muy presumido y que le gustan mucho “las cosas de gente joven” así que no tardará en ir a por una hamburguesa de esas que le gustan a él y a rellenar su refresco como lleva años haciendo. “Yo es que tengo que vivir muchos años, hasta acompañar a mis hijos porque a ver qué van a hacer ellos sin mí”, dice seguro Jesús.