CB La Solana, el ascenso del corazón
Cuando la cabeza falla, el corazón entra en escena. No se puede ganar sin tener alma, y si algo adorna al Frutas Doña Ramoncita-CB La Solana es precisamente su alma, que el sábado salió a relucir para escribir el epílogo perfecto a un libro dorado. El equipo está, todos los solaneros estamos, en Liga EBA. Casi nada. Una gesta histórica lograda en una tarde histórica. Esa victoria contra un combativo CB Cuenca (60-56), tan agónica como meritoria, ya está en los anales. Pasarán las semanas, los meses, los años, y nadie recordará si los amarillos jugaron un partido pésimo, porque la historia solo recuerda a los que ganan. Y esa historia debía algo al CB La Solana. Algo como lo sucedido el sábado 14 de mayo de 2022.
Es la guinda a un pastel cocido a fuego lento. Aquellos junior de oro fueron los herederos naturales de la generación que ascendió a Primera Nacional en 2007. De Damián a Nieto, de Goyo a Miguel, de Marmeto a Carrascosa, de Fernando a Mario, de Plaza a Cuco… La diferencia está en la vuelta de tuerca, un más difícil todavía con el aroma añadido del ambiente familiar que desprende ese vestuario. Hay un equipo en EBA que creció junto, que lloró junto y que rió junto. De la cuna al trono. Es imposible más dicha que triunfar con los de tu misma sangre. Sangre amarilla y azul.
Ni ellos mismos son conscientes todavía de su hazaña. El domingo por la noche, mientras brincaban sobre el remolque de un tractor que acompañaba la procesión de San Isidro, derramaban una euforia sincera, plena. El núcleo duro ha impregnado ese gen a los que han venido por abajo: Eloy Obregón, Carlos Castaño y cía.; y también a los que han llegado por arriba: Rubén Bruno, Darío Dondarza y cía.
El domingo vivieron su fiesta contra el CB Daimiel. Un premio cuya mejor noticia fue el llenazo histórico en La Moheda. Pero el sueño se cumplió el sábado. El CB La Solana derrotó al Globalcaja Cuenca en un duelo áspero y lleno de aristas. Los amarillos, quizás, sufrieron miedo escénico. Una especie de ‘fuego amigo’ al ver a su gente tan volcada con ellos. Temblaban las manos. Había exceso de energía y déficit de reposo. El balón no entraba y las pérdidas se acumulaban. Mica Tolosa se desesperaba en el banco. Era un partido vibrante, que no brillante. La igualdad reinó alimentada por los errores constantes en el aro contrario. Al descanso, un pírrico 30-31.
El CB La Solana no espabiló en la reanudación. Siguió espeso, incapaz de correr la pista como suele, con malas selecciones de tiro y bastante errático en las entradas a canasta. El CB Cuenca, sin alardes, estiró la diferencia hasta +8. Se encendieron todas las alarmas. El duelo llegó al último cuarto con ventaja parcial de +6 para los verdes. Mica buscaba soluciones, sin éxito, pero el pabellón creía. Y el equipo, con todo, no desfallecía. Fueron diez minutos de montaña rusa. Ahora tú, ahora yo. La semifinal caminaba en el alambre y cualquiera podía caerse. Un arreón final de los amarillos le puso dos arriba a 11 segundos del final. Todos miraban a José Manuel Ojeda, el jugador franquicia de los encantados. Dicho y hecho, balón al alero, lanzamiento forzado desde 6,75 y falta personal. Quedaban 5 segundos y el conquense tenía tres tiros libres para ponerse por delante y, quizás, ganar el partido. Pero falló el primero y, al menos, forzó la prórroga.
Esos cinco minutos no variaron el panorama. La Solana no despegaba y Cuenca resistía, pero lo fiaba todo ya a Ojeda, que erró varios tiros fáciles en el momento donde se ve a los buenos de verdad. Ahí estuvo mejor La Solana, que jugó con más temple, sobre todo en los tiros libres. De nada valieron las quejas visitantes, en parte producto de la impotencia. Habían tenido a La Solana en la lona. Es normal. La victoria local fue limpia, se mire por donde se mire.
Pitido final. El pabellón se viene abajo. Vuelan las banderas amarillas. Mario flamea una sobre la pista, corriendo como un poseso. Todos gritan, sacan la adrenalina, expulsan la tensión, están en Liga EBA. El micrófono de Radio Horizonte se mete en la vorágine. “Llevo media vida aquí y ya era hora”, acertaba a decir Cuco. Su hermano Mario, otro estandarte, lo tenía claro: “Hemos sacado el partido por coraje y por la afición”. “Hay que disfrutarlo hoy, mañana y siempre”. El presidente, Vitu, sentía una satisfacción plena. Había vivido dos fases como entrenador. “Hoy hemos ganado porque estábamos en casa, pero era el momento y lugar perfectos”.Tal vez, la frase más redonda la pronunció Mica Tolosa, después de ser manteado. “El equipo ha ganado por corazón”. “Ni una mala cara en el banquillo cuando no salían las cosas; era seguir y seguir, y lo hemos logrado”. Por cierto, el joven míster no olvidó de dónde viene. “Este ascenso también es de Vitu, de Fernando, de Damián, de Pablo, de Ángel…”. Y de tantos otros.
Mientras el pabellón iba apagando la euforia –y la decepción-, y el suflé bajaba, un hombre recogía algunas cosas. Era Santiago, el más viejo de la casa. “No sé si seguiré, estoy un poco cansado”, nos decía. Seguro que alguien será persuasivo con él. Todos serán importantes en Liga EBA. Ese miura del que nadie quiere hablar. Todavía. Felicidades, equipo. Felicidades, familia.