El poeta Juan Camacho, un valdepeñero más
Para mi amigo Juan, el Vasco; estas humildes palabras:
Por los años que llevas entre nosotros, ya sabrás que en Valdepeñas hay muchos que ofician y profesan como poetas y de esa manera levantan este pueblo de una forma artística, cosa importante en un mundo tan mediatizado por lo tangible. Son carreras esperanzadas, forjadas con mucho tesón y acreditadas convicciones, que no siempre encuentran complacencia social, aunque creo que a ellos les importa poco. Para mí, es un privilegio y así lo siento, poder ser amigo vuestro. Ser amigo de poetas, acercar mi pábilo a la llama de vuestros desvelos y rumiar despacio con vosotros, los desengaños de esa tarea.
Yo sé, porque te conozco, que eres hombre de ideas fijas, de sostenidas fidelidades y ahora te propones engrandecer aún más a esta ciudad con un nuevo libro, Trasvase de palabras a un soneto, (Ed. Círculo Rojo). Con este gesto se agiganta tu semblanza como persona y la de Valdepeñas como ciudad.
Creo que ya has desechado aquellos sentimientos tuyos de forastero, de extraño entre nosotros. Serias dudas, porque así me lo has contado, de cómo la ciudad te acogería si tuvieras que regresar definitivamente. Ten por seguro Juan, que tú eres más de esta tierra, que nosotros mismos. Y lo eres, porque te preocupas de nuestros problemas; de nuestros hijos, de nuestra vendimia; porque nos conoces a fondo y participas en esta ciudad, en sus actos culturales, en sus fiestas, en sus bares…El tiempo ya ha fijado definitivamente tu imagen a este pueblo, te ha obligado a agarrar en esta tierra.
Pero vamos a entrar en tu libro si me permites, y lo vamos a hacer por el umbral de su lenguaje:
Veo en algunos de los sonetos, como te has sentido enojado con el lenguaje, herramienta indispensable para la creación, aunque ya sabes que para nosotros los lectores, (tú también lo eres), lo fundamental está en el corazón, en el alma. El lenguaje solo es extractor de los hondos sentimientos.
O cómo te han asaltado toda clase de dudas en este libro: la de la trascendencia de la escritura, la de la métrica, o la del convencimiento con el resultado final. Cómo has buscado denodadamente el verso que dé respuesta a nuestras almas, y si no llega, tener el día, el corazón y la esperanza abiertas de par en par, por si se presenta sigilosamente.
Pero yo te digo, no dudes poeta, tu misión es loable e imprescindible. Su resultado es sanador para nosotros, bálsamo contra las lágrimas que derramamos a escondidas, que son las que más duelen.
Todo este Trasvase de palabras está teñido de una humildad creadora inapreciable, e imprescindible para rechazar cualquier amenaza anecdótica y medirse de tú a tú con lo esencial: con el hombre, el amor o la naturaleza.
Y ahí está el amor, Juan, presente como en toda tu obra, honrándolo como fuente y raíz de vida interhumana, que cuando se manifiesta nos completa, nos alegra y da energía. Y así, vas pasando por todos los estadios amorosos: amor platónico, amor físico manifestado humildemente mediante un beso, o amor en la vejez.
Te has convertido en un trabajador de la pluma múltiple y polivalente, abordando retos importantes como forjar un libro únicamente de sonetos, con sonoridad limpia, acercándote a lo que decía Paul Verlaine “la poesía no es literatura, justamente por su dimensión musical”. La poesía y aún más los sonetos, han de tener altas dosis de musicalidad verbal, sonido claro que llegue al corazón. Su encanto y su dificultad tienen un misterio difícil de desentrañar, reto que no rehúyes buscando transmitir poesía, impidiendo la dispersión de su sentido al componerlo. Esa es la verdadera dificultad, la necesidad absoluta de fluidez sonora, no entorpecida por la exigencia de la rima.
Antes de llevar una tarea adelante hay que confiar en uno mismo. Confianza te ha sobrado para acometer este reto. Cuando pasen unos años mirarás con orgullo este poemario y sus derivaciones. Vive orgulloso poeta, porque has cumplido tu cometido. Enhorabuena.